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En Carondelet no hay un Castillo

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El lego podría juzgar como inoportuna la convocatoria del pleno a una sesión, pero los tiempos legislativos no toman en cuenta el calendario futbolístico, haciendo de la asistencia a esta una obligación legal y moral

Aquel domingo mundialista, los asambleístas en su gran mayoría (opositora) juzgaron ineludible atender los compromisos personales que seguramente los convocaba alrededor de una pantalla plana para ser testigos de uno de los mayores duelos en el campo de batalla futbolístico, en una final de infarto que justificadamente pocos querrían perderse. Da la impresión que este encuentro revestía una mayor importancia frente a la obligación que como legisladores tenían de acudir a una sesión debidamente convocada para tratar temas concernientes a la seguridad ciudadana y la controvertida posesión del Superintendente de Bancos, previamente ordenada por un juez y, por tanto, de cumplimiento obligatorio.

El lego podría juzgar como inoportuna dicha convocatoria, pero los tiempos legislativos no toman en cuenta el calendario futbolístico, haciendo de la asistencia a esta una obligación legal y moral.

Por su lado, de forma por demás ingenua, reactiva y apresurada, el Ministerio de Gobierno se anticipó a levantar el dedo acusador, al catalogar el accionar de los legisladores futboleros como un desacato a las decisiones judiciales y constitucionales; elevando con estas declaraciones la tensión entre ambos poderes del Estado, insinuando la posible destitución de aquellos asambleístas ausentes y haciendo rondar nuevamente el fantasma de una eventual muerte cruzada.

Como no podía ser de otra forma, los asambleístas respondieron rápidamente denunciando un supuesto intento de golpe de Estado desde Carondelet, amenazando con destituir al presidente de la República; quizás pensando que en Carondelet tenemos un Castillo como el que habitaba la casa de Pizarro.

Así, en un comunicado suscrito por el presidente de la Asamblea, junto a los coordinadores de los bloques de oposición socialcristianos, correístas, alguna de las tantas facciones ID-istas más algún Pachakutik renegado, se indica: “Denunciamos intento de golpe de Estado y la ruptura del Estado Constitucional de Derecho en Ecuador”, acusando así la supuesta intromisión constante de otras funciones del Estado en el accionar de la Asamblea, a fin de someter y evitar la capacidad fiscalizadora y de legislación que les compete.

Los asambleístas amenazan con la aplicación del artículo 130, numeral 2, de la Constitución, que refiere la destitución del presidente debido a la grave crisis política y conmoción interna que se derivaría de dicho despropósito de querer destituirlos, amenazando incluso con acudir a instancias internacionales.

Dicho esto, y sin siquiera aprobar la reforma presupuestaria, los legisladores se fueron de vacaciones, sin percatarse que el artículo 130, numeral 2, ya se intentó aplicar meses atrás sin ningún resultado y que, por lo tanto, no se puede pretender aplicar nuevamente so pretexto de amenazar de forma indiscriminada al Gobierno, evidenciando un alto grado de desconocimiento de la Constitución, la cual han jurado cumplir y hacer cumplir.

Los intereses ocultos que subyacen a este circo, que parecería haber sido editado por un Castillo, se reducen a la eterna lucha de los partidos de siempre por cooptar los poderes del Estado, el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) en particular, para así tomarse las entidades de control. La muerte cruzada parece estar a la vuelta de la esquina.