Columnas

Pasó raspando

Como el niño que llega a la escuela sin haber estudiado para la lección, nervioso y sin saber qué hacer y se sienta donde el profesor no lo vea, detrás de sus amigos, tratando de esconder su vergüenza. Algo recordaba de lo que había escuchado en las clases, algo recordaba de lo que ya había aprendido antes. Sentado frente a la hoja de preguntas sin saber con precisión qué responder, trataba de adivinar cuál es la respuesta correcta.

Así se estrenó este gobierno, aun antes de ser investido. La primera prueba, la elección de autoridades en la Asamblea, fue el punto de partida para lo que se vendrá.

La tentación fue muy grande, lograr gobernabilidad para poder cumplir los objetivos de gobierno en los próximos cuatro años. Pero lograr gobernabilidad a cambio de impunidad hubiera marcado un inicio fatídico. En el país de las mayorías móviles, de los pactos de la regalada gana, de los manteles, de las autoritocracias o las dictablandas, haberlo hecho solo hubiera significado más de lo mismo; ese doblez de la ética en nombre del pueblo no se ajusta al mandato popular del 11 de abril.

Es así como se pretendió dar (y recibir) votos a cambio de la conformación de una (mal) llamada Comisión de la Verdad en un intento de meterle la mano a la justicia, sacar a los reos de la cárcel y a los prófugos de los áticos. Un intento de maquillar la historia de estos últimos catorce años, un intento de lavarse la cara (dura) para poder algún día volver a caminar por las calles con la frente en alto.

Lograr gobernabilidad sacrificando principios fue la primera prueba de este gobierno y pasó raspando. Y pasó raspando porque ya la intencionalidad cuenta, ya el haberlo considerado deja un mal sabor. El recién estrenado gobierno debe dar mensajes claros a la ciudadanía, hacer coincidir su actos con su discurso. El reencuentro es una cosa, la impunidad es otra. Si faltó madurez política, que no falte entereza moral para saber qué líneas no se deben cruzar. No se puede siquiera contemplar la posibilidad de negociar impunidad. Catorce años de atropellos y atracos no se pueden borrar con un informe.