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Deus ex machina

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"Horacio, divorciándose del concepto, en su ‘Arte poética’ señalaba que no debía hacerse intervenir a un dios, a menos que el drama sea tal que resulte digno de ser desenredado por un dios"

Nos mueven últimamente desde cuestiones completamente ajenas, como la pandemia por COVID, hasta el inverosímil nivel de corrupción del que hemos sido testigos. Parece que vivimos en una mala partida de ajedrez.

Hay dos términos en ese juego tan noble, que describen con pasmosa exactitud lo que pasa por acá. El primero es ‘zugzwang’ (del alemán: “obligación de mover”) que implica que un jugador está en desventaja por el simple hecho de tener que mover su pieza, ya que todo movimiento debilita su postura (cualquier movida solo te lleva a seguir perdiendo).

El segundo es ‘zwischenzug’ (del alemán: “entre jugadas”) que implica un intermezzo, es decir una jugada distinta a la respuesta lógica, pero que denota una amenaza tan grande que hace que el oponente tenga que responder a ella primero (tu reina está perdida, no la puedes defender, pero primero voy a dar cuenta de tu alfil).

Parece que no hubiera escape, como estar inmersos en un ‘Groundhog Day’, del que no salimos. Todo es lo mismo: la corrupción, la política, los políticos, la idiosincrasia, la impunidad, la impudicia, la desvergüenza y la hipocresía... ‘Zugzwang’: tenemos que seguir moviéndonos, pero no se vislumbra salida. ‘Zwischenzug’: estamos amenazados por todos lados y cada amenaza parece ser mayor.

Así que recurramos a los griegos para algo de alivio. Antiguamente, en las obras de teatro era usual la necesidad de que de pronto apareciera una deidad (deus) para solucionar de tajo un conflicto o dar un giro necesario a la obra.

Ese dios, para aparecer desde lo alto como corresponde, era literalmente bajado al escenario por una grúa, por una máquina (machina), y de allí el concepto: En suma, se trata de la introducción de un elemento externo e inesperado que surge casi de la nada para solucionar un embrollo significativo –el equivalente a la espada de Alejandro Magno cortando el nudo gordiano, la llegada de la caballería en el momento oportuno, la clásica fuerza divina que emana del Arca de la Alianza, o las simples bacterias en La Guerra de los Mundos.

Desde luego esta solución muchas veces termina pareciendo un recurso barato, pero en ocasiones es muy necesaria por el hilo central de la obra que lo demanda.

Como decía mi hija hace algún tiempo criticando una película, “tienen que buscar el mapa para encontrar el sitio, para buscar lo que necesitan, para prepararse, para hacer lo que tienen que hacer, para ganar la guerra... y en algún momento pasa algo que soluciona todo”.

Lo que se busca generalmente es que no sea necesario apelar al momento deus ex machina para desarrollar un tema; es decir, que no sea necesaria la grúa para hacer descender un dios que resuelva todo.

Horacio, divorciándose del concepto, en su ‘Arte poética’ señalaba que no debía hacerse intervenir a un dios, a menos que el drama sea tal que resulte digno de ser desenredado por un dios.

Pero aquí, mientras no interioricemos de una manera rotunda que lo que nos falta es educación, y mientras no nos imbuyamos del concepto de que todo, todo es consecuencia de esa educación (o la falta de ella) seguiremos viviendo entre ‘zugzwang’ y ‘zwischenzug’... Y seguiremos mirando al cielo, apelando a la indulgencia de Horacio y necesitando grúas que nos traigan finalmente al dios que viene con la máquina.