Ulrike Decoene | Las aseguradoras deben promover la economía azul

Aseguradoras e inversores deben aprovechar el impulso y mejorar la alineación entre las necesidades climáticas y económicas
El océano cubre más del 70% de la superficie de la Tierra y es indispensable para la salud mundial, la regulación del clima y la estabilidad económica. Absorbe alrededor de 30% de la emisión mundial de gases de efecto invernadero (GEI) y alberga una variedad de ecosistemas de los que dependen muchísimas personas. La búsqueda de una economía azul sostenible ofrece una oportunidad para armonizar la conservación de los océanos con el crecimiento económico en sectores cruciales como pesca, turismo y energías renovables. Para lograrlo es necesario hallar un delicado equilibrio entre el uso de recursos del océano y respeto de sus límites naturales, en particular en la creciente crisis climática. La degradación causada por actividades humanas plantea importantes riesgos ecológicos y económicos. El avance de los mares, el aumento de intensidad de las tormentas y la erosión costera amenazan con dañar infraestructuras y devastar comunidades. La pérdida de biodiversidad y el proceso de calentamiento y acidificación de los océanos alteran los ecosistemas marinos, menoscaban la captura de carbono y producción de oxígeno, y afectan la pesca y la industria turística. Hoy más que nunca es necesario un enfoque sostenible para la gestión de los océanos que también proteja los intereses económicos y la salud marina. Las compañías de seguros tienen la responsabilidad y las herramientas para apoyar a clientes dedicados a actividades de la economía azul, que con el deterioro de la salud de los océanos se tornan cada vez menos asegurables. Los fenómenos meteorológicos extremos (las cada vez más frecuentes inundaciones) aumentan el monto de los siniestros y pueden llevar a que la cobertura de ciertos activos se torne inviable. Esta tendencia se agrava por la destrucción de ecosistemas marinos, que debilita la protección natural de las costas. Para que las empresas de economía azul puedan obtener cobertura de seguro a precios accesibles y superar los riesgos crecientes, las aseguradoras deben adaptar sus modelos de evaluación de riesgos y convertir la protección marina en prioridad; reconocer la importancia de la naturaleza para la gestión del riesgo de desastres y la adaptación al clima, sobre todo en los lugares más vulnerables; ofrecer pólizas de seguro paramétricas, que en caso de producirse un fenómeno meteorológico extremo permitan la liberación rápida de fondos preacordados (en vez de indemnización por pérdidas efectivas); canjes de deuda por naturaleza, con los cuales los países pueden reducir sus deudas a cambio de comprometerse con la conservación marina; abordar otros problemas críticos como contaminación por plásticos y emisión de GEI; trabajar con sus clientes para promover prácticas sostenibles e invertir en iniciativas para reducir el impacto climático del transporte marítimo, turismo y otros sectores de alta emisión. Y pueden ofrecer productos a medida (como seguros de acuicultura) para proteger criaderos de peces contra brotes de enfermedades, cambios en condiciones del agua y otros riesgos ambientales, y seguros para granjas marinas cerradas que evitan que residuos nocivos contaminen el medio marino; asegurar tecnologías limpias innovadoras (como sistemas de propulsión asistidos por viento, con potencial para reducir emisiones de CO2 y consumo de combustible). Para desarrollar una economía azul próspera y sostenible se necesitan acciones significativas y coordinadas con fundamento científico. A tal fin, las aseguradoras deberían invertir en investigaciones centradas en la vida costera, la pesca, la acuicultura, el carbono azul y el cambio climático, y en iniciativas tendientes a desarrollar nuevas tecnologías para la conservación marina.