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Ngaire Woods | Cómo usar la IA sin perder la nuestra

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Al delegar el pensamiento en herramientas como ChatGPT o Gemini, disminuye nuestra habilidad para argumentar y razonar

Los recientes lanzamientos de Gemini Deep Think y GPT‑5 muestran la velocidad con la que evolucionan los grandes modelos lingüísticos (LLM). El 67 % de las organizaciones ya los usa, y es probable que usted también. Quizá le hayan parecido útiles o, como algunos opinan de ChatGPT, no tanto. Pero también puede haber notado que su atención y memoria han disminuido, y tareas antes sencillas ahora resultan más difíciles.

No es una ilusión. Aunque la IA ofrece fluidez y rapidez, depender demasiado de ella puede embotar nuestras habilidades cognitivas. La investigación identifica cuatro tendencias preocupantes.

1. Distracciones digitales: las notificaciones y el ‘scrolling’ continuo reducen la capacidad de atención. El impulso de revisar el teléfono, reforzado por pequeñas recompensas, vuelve más difícil concentrarse en tareas largas y exigentes.

2. Pérdida de memoria: la facilidad de acceso a la información debilita la memoria. El ‘efecto Google’ muestra que al confiar en los dispositivos, retenemos menos información y perdemos capacidad de análisis y organización.

3. Menor capacidad de razonamiento: al delegar el pensamiento en herramientas como ChatGPT o Gemini, disminuye nuestra habilidad para argumentar y razonar. Es como dejar de ejercitar un músculo: al principio parece conveniente, pero a largo plazo perdemos fuerza.

4. Falta de fricción cognitiva: investigar y debatir ideas desarrolla pensamiento crítico. Los LLM, diseñados para agradar, reducen el cuestionamiento. Esto puede llevarnos a aceptar errores o falsedades sin análisis.

Estudios recientes indican que los modelos de IA tienden a reforzar afirmaciones falsas si el usuario insiste. OpenAI busca reducir este servilismo promoviendo honestidad y desacuerdo constructivo. Sin embargo, a muchos usuarios les incomoda esta fricción, aunque es clave para el desarrollo personal.

Tecnología, educación y trabajo deben asumir el reto de que la IA potencie, y no reemplace, nuestras capacidades. En educación, el uso masivo de IA por parte de estudiantes plantea la pregunta: ¿por qué razonar si una máquina puede hacerlo por nosotros? La respuesta: porque sin entrenar la mente, perdemos la capacidad de aprender, razonar, crear y pensar críticamente.

Algunas soluciones son tan antiguas como eficaces. Memorizar sigue siendo un excelente entrenamiento mental. También lo es enseñar a otros lo aprendido, incluso a un asistente de IA.

Los griegos ya sabían que el aprendizaje surge del desafío, no de la complacencia. El método socrático nos obliga a cuestionar y profundizar nuestras ideas.

Reducir distracciones también es clave. Muchas escuelas del Reino Unido han prohibido los teléfonos en clase. Universidades y oficinas pueden promover entornos sin dispositivos, donde se fomente el pensamiento profundo, el debate y el juicio creativo.

Debemos elegir entre rendir nuestra mente a la IA o usarla como un ‘sparring’ que nos ayude a mejorar. La revolución tecnológica continúa, y la única forma de seguirle el ritmo es entrenando nuestras propias mentes.