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Jorge Castañeda y Carlos Ominami | América Latina debe buscar la no alineación activa

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El no alineamiento activo ofrece esperanzas a los países que quieren evitar convertirse en daños colaterales

Vivimos tiempos turbulentos. El orden internacional de posguerra diseñado por Estados Unidos está en crisis, y el multilateralismo, su principio rector, sufre serias tensiones.

Este declive no es reciente. En los años 70, los países en desarrollo impulsaron el Nuevo Orden Económico Internacional para contrarrestar las debilidades del sistema global. Aunque la Asamblea General de la ONU aprobó una declaración en 1974, los avances fueron escasos, incluso tras la crisis financiera de 2008.

El golpe decisivo llegó con Donald Trump. Sus aranceles, amenazas y retiro de acuerdos multilaterales generaron gran incertidumbre. Aunque a veces retrocedió, lo hizo por presión de los mercados, no por contrapesos institucionales.

Estados Unidos ha dejado de liderar y se ha convertido en fuente de inestabilidad. La erosión de su liderazgo es duradera.

El respaldo a la democracia liberal, derechos humanos y libre comercio ha disminuido, y estos principios ya no guían su política exterior.

En este escenario, la reconstrucción del viejo orden es poco probable. Estados Unidos ha perdido fuerza económica, supremacía tecnológica y confianza global.

China ha emergido como potencia líder, superando a EE.UU. en PIB (por paridad de poder adquisitivo) y convirtiéndose en su principal competidor global.

China, ahora defensora del libre comercio y el multilateralismo, busca estabilidad y acceso a recursos, más que imponer ideologías. Establece influencias estratégicas en países como Sri Lanka, Perú y Argentina, y busca votos en organismos internacionales.

Frente a la pugna EE.UU.-China, América Latina debe minimizar riesgos y maximizar oportunidades.

La “no alineación activa” propone una relación distinta con ambas potencias, centrada en intereses nacionales y regionales, no en lealtades automáticas.

Ambas potencias ofrecerán incentivos. China puede expandir su Iniciativa Un Cinturón, Una Ruta; EE.UU. podría responder con propuestas similares. América Latina debe elegir lo más conveniente, rechazando presiones y manipulaciones.

El alineamiento histórico con EE.UU. trajo intervención política pero poco desarrollo. Sin embargo, depender de China también sería un error: su ayuda responde a sus propios intereses. Aun así, EE.UU. sigue siendo una referencia clave para la región.

Dado que cada país enfrenta distintas realidades, la no alineación activa resulta adecuada.

En Sudamérica, China domina el comercio; en México y Centroamérica, la integración con EE.UU. es mucho mayor.

Este enfoque ofrece una vía para evitar ser víctimas del choque entre potencias, sin caer en la neutralidad o el aislamiento. Permite decisiones autónomas, defensa del derecho internacional y la posibilidad de contribuir al nuevo orden mundial que surgirá.

Varios países latinoamericanos participaron activamente en la creación del orden posguerra. Esta vez, deberían hacerlo con mayor unidad y principios compartidos, para negociar desde una posición de fuerza y convicción.

Un buen inicio sería una resolución de la ONU que reconozca el derecho a no alinearse con ninguna superpotencia.