Un estadista

"Un estadista que logre una real y total reestructuración del Estado, para que nuestro país deje de ser la tierra de nadie, envuelto en la pobreza, sin seguridad, sin empleo y sin justicia"
Sir Winston Churchill, al compartir una frase de Bismarck, dijo: “El político se convierte en estadista cuando empieza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”. Es hora de que en nuestro país muera el populismo y se reinaugure la República, teniendo al frente de su conducción a un verdadero estadista, que lo rescate del estado de postración en el que se encuentra: carcomido por la corrupción, castigado por la improvisación, flagelado por la inseguridad, ofendido por la impunidad y abandonado por el silencio de sus líderes políticos.
El próximo período presidencial será en extremo difícil, con una angustiosa situación fiscal, un Estado obeso, una deuda externa desproporcionada y un desempleo lacerante e insostenible para la sociedad. Así las cosas, no existirán recursos para obras faraónicas, ni para programas populistas; por lo tanto, se necesita un estadista en el sillón presidencial, que piense en beneficio de la nación y que dentro de las limitación de recursos mencionada, mantenga de manera prioritaria la inversión en salud, educación y seguridad, pero que tome de manera inmediata las acciones necesarias para lograr una verdadera y eficiente reducción del tamaño del Estado; dar seguridad jurídica con el objeto de atraer la inversión extranjera; estabilizar nuestra seguridad social; apoyar al sector productivo y a la sociedad con una verdadera política tributaria; promover la producción y exportación de nuestros productos fortaleciendo la agroindustria, la acuacultura y la pesca; fomentar el deporte como política de Estado, única prevención contra el consumo de drogas; y, fundamentalmente, lograr los consensos necesarios para realizar las reformas constitucionales y del Código Integral Penal, eliminando las medidas prodelincuenciales y endureciendo las penas e instituyendo la muerte civil permanente, con el objeto de detener de manera definitiva la corrupción y la impunidad.
En definitiva, un estadista que logre una real y total reestructuración del Estado, para que nuestro país deje de ser la tierra de nadie, envuelto en la pobreza, sin seguridad, sin empleo y sin justicia.