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César Febres-Cordero Loyola | La Constituyente en papel

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El peligro de un calentamiento intermitente o, peor aún, sostenido, es mayor que en años pasados

En medio del paro nacional, que hasta la mañana de ayer nos dejaba un saldo de dos muertos, uno de ellos habiendo recibido un tiro por la espalda mientras se enfrentaba a militares armados, el país continúa avanzando hacia una consulta para definir si queremos cambiar o no de constitución.

No está claro cuánto tiempo más exactamente puedan durar estas manifestaciones, pero por su naturaleza relativamente limitada en comparación a los grandes paros de 2019 y 2022 dejan espacio para otros levantamientos de este tipo en los meses venideros, sobre todo si el Gobierno no logra que sus medidas compensatorias calen hondo en el campo, donde las economías pequeñas e informales son presa fácil de la especulación.

El peligro de un calentamiento intermitente o, peor aún, sostenido, es mayor que en años pasados porque en esta ocasión Pachakutik no tiene aspiraciones electorales propias que los obliguen a moderarse para captar más votos.

Su interés inmediato es defender a toda costa Montecristi y con ella a la plurinacionalidad y los derechos del medio ambiente.

En ese contexto de enfrentamiento, que solo puede exacerbar el problema de la atención errática y coyuntural de los votantes, es difícil creer que el país podrá aprovechar este par de meses para tener un debate serio sobre lo que realmente se plantea en el proyecto constituyente.

Incluso si las cosas se calman, a estas alturas podemos decir que ya dejamos atrás los dos reclamos más fuertes que surgieron sobre el estatuto de la constituyente: uno, que los requisitos minimalistas para ser asambleísta, sumados al voto en plancha, garantizan que el cuerpo constituyente esté lleno de los mismos cromos que integran el parlamento ecuatoriano; y dos, que el reparto de escaños dejaría a un montón de provincias con un solo asambleísta y a los migrantes todavía más sobrerrepresentados que ahora, todo como parte de un plan de Noboa para dominar la constituyente.

Si nuestra idea es esperar a que los partidos planteen un debate serio que no se resuma en ‘Noboa malo’ o ‘Correa peor’, estamos perdidos.