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La inseguridad, ¿para cuándo?

Avatar del Catrina Tala

l Gobierno le queda menos de un mes para cumplir cien días al mando. Y claro, resulta imposible no hablar del exitoso plan de vacunación, pero es hora de pasar la página de las felicitaciones y fijarse en lo que sucede todos los días en las calles: asesinatos, femicidios, robos, violencia.

Solo en Guayaquil, desde el 2 de enero hasta el cierre de esta columna, 349 personas han sido asesinadas. Son 136 muertes violentas más que el mismo periodo del año anterior. En todo el país se reportan 1.235 asesinatos en lo que va del año, en lo que representa un ascenso explosivo de la violencia y la inseguridad.

El miedo vive entre nosotros, especialmente en Guayaquil, la ciudad con más casos. ¿O usted no se asusta cuando siente que un motociclista pasa demasiado cerca? ¿Acaso no mira a todos lados y chequea los seguros cuando llega a la luz roja? Yo sí. Y no es lo mismo tomar precauciones que vivir asustados y en total indefensión.

Veo a la Policía que, después de cada asesinato, responde que todo se trata de ajustes de cuentas, de disputas por territorio para la venta de droga. Es como si nos dijeran que aguantemos el cruce de balas hasta que se ‘maten entre ellos’. Veo a municipios que regalan motos y cámaras, pero sin políticas públicas ni responsables reales. Lo que hasta ahora no veo es un plan estratégico ni propuestas serias del Gobierno sobre la inseguridad que nos acecha.

¿Quién da explicaciones por la cantidad diaria de muertos? ¿Quién hace el seguimiento de las investigaciones por los sicariatos que vemos todos los días? Y por último, pero no menos grave, ¿quién está revisando los procesos, respirando detrás del sistema judicial? Porque si no hay investigaciones, juicios o sentencias, esto huele a que nuestra seguridad está en las manos equivocadas: las de fiscales investigados por actos de corrupción o jueces que, en tribunales rebuscados, declaran nulos los juicios, como si estuviéramos hablando de un gol anulado por el VAR.

Sin una estructura que proteja nuestra vida y nuestros bienes, no hay reactivación posible.