Carlos Alfonso Martínez | Concesionar para generar empleo y futuro

Concesionar carreteras estratégicas como la Guayaquil-Quito o la Guayaquil-Machala es una necesidad urgente
En un país sin inversión pública es casi imposible generar empleo.
La construcción de carreteras, puentes, edificaciones y otras infraestructuras no solo conecta territorios, también dinamiza la economía y crea trabajo en todos los niveles de la sociedad.
Sin embargo, el panorama actual es desalentador: el Gobierno apenas dispone de 200 millones de dólares para obras públicas, una cifra que no alcanza para cubrir más que pequeñas reparaciones.
Ante esta realidad, la pregunta es inevitable: ¿cómo generar soluciones viales y económicas si no hay recursos?
La respuesta es clara: concesionar.
No existen fondos suficientes y no los habrá en el corto plazo.
El margen de maniobra del Gobierno es mínimo; en casi dos años de gestión no ha ejecutado obra pública significativa con recursos propios y difícilmente lo hará.
Por eso, concesionar carreteras estratégicas como la Guayaquil-Quito o la Guayaquil-Machala no es una opción secundaria, es una necesidad urgente.
El país enfrenta dos problemas críticos: empleo y seguridad.
Sin la generación de nuevas plazas de trabajo formal, la economía no se sostiene. El desempleo crece a niveles alarmantes y condena a miles de personas a migrar o a vivir largos periodos sin ingresos dignos.
Esa frustración social, además, alimenta la inseguridad.
Es momento de asumir la realidad con pragmatismo: no habrá obra pública financiada exclusivamente con recursos del Estado.
Lo que sí puede haber son concesiones bien estructuradas, con reglas claras, que permitan atraer inversión privada, generar miles de empleos y mejorar la infraestructura vial del país.
El Ecuador necesita decisiones valientes y urgentes.
Concesionar no significa privatizar el país, significa abrir la puerta a la inversión y al desarrollo.
El tiempo de las excusas terminó: es hora de poner a la gente a trabajar y al país a avanzar.