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El ‘status’ de Correa

Avatar del Byron López

Otro capítulo de esta torre de Babel es el que se ha formado en torno a lo que se ha dado en llamar el ‘status’ de Correa’.

No hay nada más parecido a la torre de Babel que el Ecuador de nuestros días, en donde todo es confusión, enredo, discrepancias sin fundamento, gritos destemplados, “figuretis” sin respaldo ético ni intelectual alguno, pero con arrogancias propias de los dueños de la verdad; y al frente, una sociedad con anomia, sin demostrar el más mínimo propósito para exigir que las cosas se enderecen para bien de todos, y sin comprender, que es lo más grave, que mañana nada sacará con “llorar como mujer lo que no pudo defender como hombre”.

Otro capítulo de esta torre de Babel es el que se ha formado en torno a lo que se ha dado en llamar el ‘status’ de Correa. No obstante su anomia, la sociedad no es tan ignorante como para no entender que este ‘status’ está forjado en la mente de los dueños de las llamadas troles, que son mentiras que tratan de ser metidas como verdades. Unos dicen que a Correa se le ha dado asilo político. Otros afirman que se le ha dado la calidad de refugiado. De ninguna de estas dos figuras jurídicas del derecho internacional conoce el Gobierno ecuatoriano, que debe ser el primero en conocerlas. Pero lo que se dice es que cualquiera que fuere el ‘status’ que se le llegara a conceder, le permite viajar por el mundo, continuar haciendo política desde el lugar al que vaya, sin peligro de ninguna naturaleza. Esta es una mentira más grande que una pirámide de Egipto, porque tanto la una como la otra lo obligan a permanecer en el Estado que le conceda la gracia y mantener silencio en lo que a política se refiere, pues en caso de contravenir esta disposición se le declara terminado el asilo o el refugio. Y esto no le conviene a Correa porque a lo mejor en esa situación se tramitaría su extradición, en caso de que esta no se haya aún tramitado por parte del Gobierno, y como consecuencia de ello vendría al Ecuador a cumplir las sentencias impuestas en su contra por la comisión de delitos comunes para los que la acción y la pena son imprescriptibles. Esta es la verdad. No creamos en troles que tratan de imponer como verdad la posverdad.