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El canibalismo no es la solución

Avatar del Byron López

Esta es una tarea ciclópea, que demanda un proceso que al empezar ahora debe tener una duración compatible con la dolorosa y grave situación

Una de las características de nuestra idiosincrasia es la de considerar que los graves problemas que nos aquejan pueden ser resueltos en un "abrir y cerrar de ojos". Esto sucede en los momentos actuales. Los 14 largos años de corrupción, de desgobierno, de vulneración de principios de moral pública, hicieron que los ecuatorianos elijamos un nuevo gobernante, y no a uno de los que significaba el continuismo. Pero en menos de un año de gestiones se le exige que solucione todo lo podrido y descompuesto que soportamos. Esta es una tarea ciclópea, que demanda un proceso que al empezar ahora debe tener una duración compatible con la dolorosa y grave situación. Esto significa que debe haber un plan de gobierno a mediano y largo plazo.

Los problemas no se arreglan de la noche a la mañana. Demandan ponderación, opciones para atacar al germen de su propia solución. La sociedad debe entender perfectamente que es parte de la solución y no del problema. Pensar y actuar de esta manera significa que debe arrimar el hombro para salir de la postración. Por eso llama la atención que se deje llevar por la intención dañada de quienes empiezan a gritar por calles y plazas "que se vayan todos". No es con gritos destemplados, repetidos, insulsos, vacíos, como debemos actuar. Ya se "fueron todos" en varias ocasiones a lo largo de nuestra última etapa de vida política. ¿Y qué ganamos con ello ? Nada. La orfandad de políticos de verdad.

La carencia de estadistas, la inexistencia de partidos políticos serios y con programas y planes de gobierno con miras a diez o veinte años adelante es lo que hace que el populismo prolifere y surjan politiqueros como los asambleístas, por ejemplo, que no saben lo que quieren, ni quieren lo que saben. Que el gobierno se equivoca, claro. Pero no es motivo para gritar que se vaya. El gobierno debe rectificar. De esta simbiosis entre ciudadanía y gobierno surge la transformación nacional. El camino no es el canibalismo. Lo es la capacidad de análisis y de comprensión de lo que sucede en el país