Columnas

¡Hasta cuándo tanta bazofia!

Hay corrupción en la justicia, en los jueces y en los fiscales. Hay corrupción en la Asamblea Nacional. Hay corrupción en las fuerzas del orden. Hay corrupción en los funcionarios del Ejecutivo’.

Estamos viviendo una vida que no es vida. Una vida que no nos imaginamos porque siempre nos jactamos de ser un país de paz. Pero como dijo Germán Arciniegas, vivimos “entre la libertad y el miedo”, con las consecuencias de toda índole que ello significa. Junto con el miedo hay indignación y asco por todo lo que nos rodea. Por donde se mire la corrupción campea. Hay corrupción en la justicia, en los jueces y en los fiscales. Hay corrupción en la Asamblea Nacional. Hay corrupción en las fuerzas del orden. Hay corrupción en los funcionarios del Ejecutivo. ¿O es que acaso no da vergüenza que se haya concedido el recurso de ‘habeas corpus’ a un delincuente sentenciado por delitos de corrupción, quien al salir de la celda violentando la Constitución grita que no se arrepiente por lo que ha hecho y hay un pequeño grupo de ciudadanos desorientados que lo aplaude como a héroe? ¿O es que acaso no es corrupción que un juez descalificado le haya concedido el ‘habeas corpus’ entre gallos y medianoche y que luego igualmente grite que él concedería el ‘habeas corpus’ a todo el que se lo solicite? ¿O es que acaso no es corrupción que las autoridades del ejecutivo que estuvieron presentes en este show no hayan tenido la capacidad y el coraje para con la ley en la mano oponerse a esta burda desvergüenza que coloca al gobierno entre la espada y la pared? ¿O es que acaso no es corrupción que un exmiembro de las Fuerzas Armadas, enjuiciado por estafa, se haya paseado orondo y lirondo por los interiores del Ministerio de Defensa a vista y paciencia de todos y que después aparezca asesinado misteriosamente? ¡Hasta cuándo vamos a soportar estas y otras corrupciones que sumadas a la etapa de inseguridad en la que nos encontramos no sabemos a dónde vamos a parar! Es hora de que la sociedad toda se sacuda y exija a quien la gobierna que rectifique, porque rectificar es gobernar, pues si la sociedad no deja oír su voz podría hacerse realidad la frase de Aristóteles: “La tolerancia y la apatía son dos virtudes de una sociedad que está muriendo”.