Bernardo Tobar Carrión | Castigar al capitán
¿Estamos ante el ocaso cíclico de una sociedad, ante un campanazo de alerta para Occidente?
Mamdani, el comunista musulmán recientemente electo alcalde de Nueva York, podría ser la peor pesadilla de la Casa Blanca, se han apresurado a comentar desde la izquierda. Es probable que el voto anti-Trump, personaje que provoca adhesiones y rechazos igualmente febriles, sea uno de los factores que explique por qué algunos vecinos de la Gran Manzana han optado por dispararse en el pie con tal de inquietar al líder republicano, cual marineros que deciden morir de hambre para castigar al capitán. El Capitán, sin duda, tendrá algunos dolores de cabeza, pero el verdadero tormento onírico lo sufrirán los neoyorquinos, víctimas de su propia medicina.
El municipio de Nueva York tiene más de 300.000 empleados, un presupuesto de 120 billones y decide en áreas críticas de la ciudad, incluyendo políticas urbanas, transporte, vialidad, fuerza pública. No es poca responsabilidad para un joven de 34 años, un parásito sin credenciales para gestión tan compleja y sin más experiencia que el activismo y una ignorancia enciclopédica de lo que significa tomar riesgos, emprender, generar empleo o desempeñar un trabajo normal. La inexperiencia y la temeridad populista rinden en una sociedad que reniega de sí misma o que jamás se dio el trabajo de entender su historia. En esto la urbe de Wall Street ha probado ser tan tercermundista como cualquier otra.
La cuestión de fondo, sin embargo, es cómo el puerto de entrada al sueño americano, la ciudad que nunca duerme, cuyo ícono identitario es la representación republicana de la libertad, la capital mundial de las oportunidades, el fruto de la democracia que deslumbró a Tocqueville, ha podido darle las llaves de su gobierno a quien ofrece, sin despeinarse, reeditar experimentos fallidos de la Unión Soviética, China o Cuba. Y qué decir de la juventud femenina, la izquierda caviar y woke, que apoyaron a su mayor amenaza, la del liderazgo musulmán que discrimina a la mujer y a cuanto ser humano se aparte del canon. De su canon. ¿La inmigración indiscriminada ha terminado por degradar la impronta cultural o ha sido el adoctrinamiento sistemático de la izquierda? ¿Estamos ante el ocaso cíclico de una sociedad, ante un campanazo de alerta para Occidente, ante las consecuencias del reblandecimiento neuronal que aqueja a las generaciones tiktokeras, que todo lo confían a Grok, Gemini o como se llame la inteligencia artificial de moda?