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Bernardo Tobar Carrión | Aires de libertad

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No quiero tu voto para lograr poder, sino para devolvértelo, decía en campaña

El presidente argentino, un libertario sin concesiones ni medias tintas, ha recibido un espaldarazo en las elecciones legislativas de medio período que, sin llegar a darle la mayoría necesaria para reformas legales clave, le da fuerza estratégica y legitimidad para negociar apoyos y sostener sus vetos. Su marca es la claridad y crudeza para comunicar, de modo que ganó las presidenciales en 2023 sin endulzar un ápice lo que pensaba y cómo lo haría, y ahora, cuando la guitarra de los planes ha dado paso al violín de las ejecutorias, muchas veces dolorosas -no hay logros sin sacrificios y jamás ocultó que los habría-, el respaldo popular no solo se mantiene, sino que ha aumentado.

Milei era hasta hace poco visto como un profano que se estrellaría contra la ‘realpolitik’. Su estilo abrasivo y emocional encubría, al ojo miope de los medios y analistas convencionales, un dominio profundo de la materia económica, que aplicó con coherencia cartesiana. Aunque queda mucho por hacer y errores que enmendar, en menos de dos años al mando de la Casa Rosada la metafórica motosierra ha logrado lo obvio para los seguidores de la Escuela Austríaca y lo inentendible para la izquierda: bajar la inflación, la pobreza y el riesgo país.

Acostumbrados a la política como el arte de simular, de decir una cosa por otra, en el ‘establishment’ no acaban de entender cómo un electorado indoctrinado por décadas con las muletillas de la justicia social, la redistribución de la riqueza, la explotación empresarial y la cesión de espacios a cambio de un bien común que jamás llega, fue persuadido con una fórmula simple, que aboga sin tapujos por la libertad individual y señala como sus mayores amenazas al Estado y a la casta parasitaria que lucra de su expansión. No quiero tu voto para lograr poder, sino para devolvértelo, decía en campaña.

Hay que apuntar que sumó el respaldo moral de Washington, que además tendió una boya de flotación al peso con la compra de bonos. Desde que Reagan apoyó a Thatcher en 1983, es la primera vez que la Casa Blanca endosa a líderes de derecha y se involucra a fondo en el hemisferio con acciones concretas y mensajes inequívocos a favor de la libertad individual, la dignidad humana y la reivindicación de los valores cristianos que forjaron Occidente, dándole renovada fuerza política y militar a la lucha contra la pinza narco-socialista, la mayor amenaza actual.