Premium

Beatriz Bencomo: Ni un SÍ, ni un NO

Avatar del Beatriz Bencomo

Desde esa lucidez se construye. Desde el centro que hemos olvidado

El resultado ya está. Unos celebran, otros lamentan. Pero hay algo más importante que quién ganó: lo que este proceso reveló sobre cómo decidimos cuando la calentura sí está en la sábana.

Durante semanas nos convencimos de que estábamos divididos entre visiones irreconciliables. La velocidad de la campaña -esa urgencia que penaliza la pausa y premia la indignación- nos hizo procesar al adversario como enemigo. Nos atrincheramos mentalmente. Hasta que alguien mira con calma.

Algunos estudiosos encuentran indicios de algo distinto: no hubo dos países. Hubo una sociedad de acuerdo en el diagnóstico -el sistema no funciona- pero en desacuerdo sobre el tratamiento.

Y entre los extremos están ustedes: los escépticos capturados en el ajedrez social, los indeterminados, los rebeldes que no cabían en ningún casillero. Ustedes que veían lo mismo: instituciones capturadas, inseguridad desbordada, reformas bloqueadas.

Sí, el país está jodido. Y esa es la amalgama que nos une: el problema compartido nos desborda a todos, a los que votaron SÍ y a los que votaron NO. Es lo que abre un espacio para encontrarnos.

Esto no es una división terminal. Todos somos amalgama de alguna forma, aunque estamos en disputa sobre el método para construir sobre este país roto. Perdimos la capacidad de sostener contradicción.

Hoy es lunes y el lunes trae lo que no tuvimos: pausa. Y necesitamos pensar qué significa sostener un país después de habernos tratado como adversarios de guerra.

El voto decidió una ruta. Pero no resolvió la pregunta: ¿somos capaces de construir desde el desacuerdo sin destruirnos? Esa capacidad se recupera cuando dejamos de procesar al otro como caricatura y lo vemos como compatriota con mapa distinto. Cuando reconocemos que ni el SÍ ni el NO tenían monopolio de la lucidez o del miedo.

Lo que desapareció fue la capacidad de reconocer a quienes no cabían en el binario -y son muchos más de lo que creemos-.

Ayer decidimos. Hoy toca sostener lo que elegimos sin rompernos. Y eso no lo hace ni un SÍ ni un NO. Lo hace un país que recupera la capacidad de verse sin la distorsión de la urgencia.

Desde esa lucidez se construye. Desde el centro que hemos olvidado.