Arturo Moscoso: Profundo asco

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Pero quizás lo más grave es que cuando la ética periodística se debilita se les brinda herramientas a quienes persiguen la libertad de expresión

“Me da un profundo asco”, contesta Andersson Boscán a la pregunta de Milton Pérez de cómo se sentía luego de revisar los chats que el narcotraficante Leandro Norero mantenía con él y otros personajes, y que han sido publicados por la Fiscalía dentro del caso Metástasis.

Asco creo que lo tuvimos la mayoría de los ecuatorianos al conocer un caso que devela la profunda penetración del narcotráfico en el país en todos los ámbitos y niveles, pero también al evidenciar que hay circunstancias en las que, para obtener una primicia o información privilegiada, los límites éticos del periodismo se dejan de lado.

La ética, en la cuarta acepción que encontramos en el Diccionario de la Lengua Española, es un “conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida”. Así, si bien no soy experto en ética periodística, estoy convencido de que en esta se halla integrada la responsabilidad ineludible de buscar la verdad sin comprometer la integridad moral.

En los chats que Boscán mantenía con Norero no solo se evidencia una relación de camaradería bastante desagradable y cuestionable, sino también laxitud en cuanto a ciertos crímenes para obtener información sobre otros (¿para exhibir la cabeza de un presidente como trofeo?). Pero quizás lo que más repele son los diálogos sobre funcionarios del gobierno de entonces, en los que el periodista los identifica como gestores de una campaña en contra del criminal, algo que bien podría haberles costado la vida.

Fundamedios ha expresado su rechazo a este tipo de prácticas destacando la importancia crítica de la ética periodística y condenando las acciones de Andersson Boscán. También señala que la relación entre Boscán y Norero, un criminal sumamente peligroso, plantea serias preguntas sobre los límites éticos en el tratamiento de las fuentes.

Pero quizás lo más grave es que cuando la ética periodística se debilita se les brinda herramientas a quienes persiguen la libertad de expresión y de información, con consecuencias negativas para la estabilidad de la democracia. Sí, todo esto causa un profundo asco.