Arturo Moscoso: No se preocupe por el VAR, presidente

Ahora, nadie discute que la Constitución vigente es mala en cuanto a la estructura del Estado
El presidente Noboa, en una muestra de un fino sentido del humor al que nos ha tenido poco acostumbrados, señaló que el Foro por la Democracia debería pedir al VAR que revise si fue gol. Pues bien, eso fue justo lo que se hizo. Se revisó la jugada y se confirmó lo que el Foro sostenía: que se pretendía validar un gol fuera de juego, pero que además, el esquema táctico planteado no cumplía con estándares mínimos.
Es que el problema que tiene el presidente no parece ser el VAR, sino su propios jugadores y cuerpo técnico. Un decreto plagado de errores aritméticos, incongruencias jurídicas y ausencias elementales revela que está jugando el campeonato con un equipo como el que se arma en los recreos. Y sí, quizás no les falta voluntad, pero en cambio, les sobra mediocridad. Y cuando se juega con malos jugadores, el resultado puede ser quedar en ridículo.
Ahora, nadie discute que la Constitución vigente es mala en cuanto a la estructura del Estado. Pero de ahí a pretender que cualquier cosa es mejor hay un estadio de diferencia. Una Constituyente improvisada, con un estatuto bastante flojo, con el correísmo al acecho y con una ciudadanía a la que se le intenta convencer de que es lo que le falta para solucionar todos sus problemas, no es ganar la copa. Más bien es permitir el regreso de esos jugadores que ya demostraron su voracidad por el poder absoluto y que lo único que persiguen es la impunidad.
Y aunque el Foro crea que una Constituyente ahora no cabe, no se ha opuesto a que el pueblo decida. Lo que reclamamos fue bastante simple: que las reglas se respeten. Porque si algo enseña el fútbol -y la política también- es que cuando se deslegitima al árbitro y este pierde autoridad, el partido se convierte en tierra de nadie. Y ahí, presidente, perdemos todos.
Y no hay que confundirse, respetar la Constitución no es un capricho de nueve jueces, ni un tecnicismo de leguleyos. Es el mínimo indispensable para que el juego democrático no termine en una invasión de cancha. Así que no se preocupe por el VAR, presidente. Preocúpese más bien por no seguir jugando en fuera de lugar.