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Andrés Isch | “Entre nosotros estamos ustedes”

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Hay que quitarle oxígeno a los que portan las banderas de la barbarie, porque entre nosotros es mucho más lo que nos une

“Entre nosotros estamos ustedes” es la frase de un grafiti que aparece en un cortometraje de Matías Peghini. Hoy la recordé pensando en toda la violencia que desde el 2019 orquestan pseudoactores políticos. Protegidos detrás de escudos humanos, no dudan en encender la ira para que después ardan las calles. Entre nosotros, los ciudadanos, hay una fractura cada vez mayor porque la realidad sigue perdiendo la batalla contra los dogmas.

Entre nosotros, los ecuatorianos, estamos ellos, los que han perfeccionado el arte de construir caballos de Troya llenos de maldad y disfrazados de ideas, para utilizar a otros como peones de su estrategia.

En el año 2025, con ilimitado acceso a información, no hay justificación alguna por la cual un verdadero estadista, académico o líder de cualquier índole no sea capaz de encontrar indicadores y ejemplos suficientes de cuáles son las políticas que sirven para erradicar la pobreza y cuáles son aquellas que la profundizan, como los subsidios a los combustibles. Pero esta verdad no les importa, como tampoco les importa que por décadas una de cada cinco mujeres rurales no llegue a cuarenta dólares mensuales de ingreso; o que entre el 2006 y el 2014 la desnutrición crónica infantil haya duplicado la media de América Latina a pesar del ‘boom petrolero’; o que sobren los ejemplos de cómo la ‘pax narca’ siempre termina pudriéndolo todo. Lo que sí les importa es cómo usar a esa gente, a la más pobre, a la que más sufre, a la que más información le falta, como materia prima de una industria de impunidad y corrupción cuyo único objetivo es instalarse a perpetuidad en el poder.

Entre nosotros, quienes compartimos un mismo deseo de vivir con la tranquilidad de una sociedad en la que nuestros hijos estén a salvo y felices, estamos ustedes, los que explotan la tragedia de la muerte para, en lugar de buscar claridad en los hechos y determinar responsabilidades, provocar más caos y más dolor hasta que estalle todo, incluido el gobierno de turno.

Hay que quitarle oxígeno a los que portan las banderas de la barbarie, porque entre nosotros es mucho más lo que nos une, especialmente la bondad.