Columnas

Agradecer

Una entidad educativa se construye y avanza por el tesón de sus gentes y el compromiso que el ideal de servicio
genera’.

Los educadores, ese grupo humano más acostumbrado lamentablemente a la ingratitud, no podemos, no debemos, corresponder de igual manera frente a quienes le estiran su mano, le entregan aliento, apoyo o reconocimiento. Por ello, hoy queremos inusualmente tomarnos este espacio para decir gracias a todas aquellas instituciones y entidades que el 22 de setiembre se unieron al Gobierno Nacional para reconocer al Instituto Particular Abdón Calderón -IPAC, por su aniversario número 75.

Gracias a usted señor presidente Guillermo Laso por esa condecoración de la Orden Nacional Al Mérito en el grado de Caballero al Pabellón institucional, que nos honra y obliga a continuar viviendo nuestra vocación y cumpliendo con lo que hemos tomado como misión; gracias al Consejo Provincial del Guayas, a los municipios de Samborondón y Guayaquil, a la Confederación de Establecimientos Católicos del Ecuador, a las Federaciones Provinciales de Educadores de Guayas y Pichincha, a las universidades, a las instituciones educativas y entidades, por el homenaje que nos brindaron y por el compromiso al que nos someten, pues el reto que nos ponen por delante es grande y sabremos no defraudarlos.

Una entidad educativa se construye y avanza por el tesón de sus gentes y el compromiso que el ideal de servicio genera, obviamente se levanta sobre expectativas y sueños que se traducen en planes y metas; y en esto en el IPAC ya somos asiduos concurrentes.

Recogidas en los anales institucionales aparecen unas palabras que dijimos allá para cuando se inauguraba nuestro bachillerato, que hoy acaso sean también oportunas: “Agradecemos a Dios por habernos otorgado la capacidad de soñar, a mis padres por haber propiciado aquello en mí, a mi mujer por amarrar esos sueños fuertemente a la tierra, a mis hijos por inspirarlos, a mis equipos de trabajo por hacerlos suyos, a nuestros padres de familia por confiar en ellos, y a mis alumnos por vivirlos”.

Unos años después y 75 años más tarde de la fundación, el IPAC se inclina ante Dios agradeciendo la vida, la fortaleza, la esperanza y la capacidad de profecía.