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Abelardo García Calderón | Tiempo de vacaciones

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La frase “voy a descansar de los hijos” no es cierta ni real; de ellos no vacacionamos, más aún en esos tiempos.

Una vez caído el telón del año lectivo y anunciados los tiempos de solaz, esparcimiento y alegría, llega el tiempo de las vacaciones; esa vacación, a ratos añorada y a la que los padres de familia suelen tener miedo por los desbordes juveniles o los constantes ataques al refrigerador.

Las playas, los viajes familiares, los regresos a los terruños o la búsqueda de actividades para sobrellevar el ocio son características de estos tiempos.

Pero vale la pena reflexionar de qué vacación hablamos, pues hay quienes piensan que la verdadera es aquella en la que no se hace nada, se deja el pensamiento en blanco y solo se requiere de distracción; otros piensan, y es lo correcto, en combinar el descanso con actividades extracurriculares deportivas o artísticas o acaso intercambios, y ciertamente, cada familia debe generar su propio ambiente vacacional.

No es conveniente dejar de trabajar en la inteligencia. Cambiar de actividades al arte o al deporte, al desarrollo de entretenimientos inteligentes, puede ayudar y mantiene activa la mente estudiantil al mismo tiempo que la descansa, relaja y abre otros horizontes; pero lo que sí debe quedar claro es que la vacación es para los hijos. Los padres no la tienen, peor en estos tiempos donde deben supervisar, estar alertas y atentos a lo que los niños o jóvenes realicen. Hay demasiadas tentaciones en el medio, hay muchos riesgos y el peligro de caer en una adición o en un exceso siempre puede estar presente.

La frase “voy a descansar de los hijos” no es cierta ni real; de ellos no vacacionamos, peor aún en esos tiempos que es cuando más cercanos debemos estar a sus pensamientos, inquietudes, deseos o desconfianzas.

Hijos libres, sí, pero a nuestro alrededor; felices pero supervisados, que nos dejen saber qué hacen y dónde están para monitorear sus aventuras, sus descubrimientos, sus intenciones.

Por ello, no podemos vacacionar y descansar de los hijos, ellos nos necesitan para crecer adecuadamente y en nosotros está el saber cuidarlos sin caer en la sobreprotección que ahogue y asfixie su personalidad.

Encontrar el punto de equilibrio es el reto.