Cartas de lectores

Un Tribunal de Honor médico depurador

No confundir dignidad médica con las condiciones indignas en las que tiene que desenvolverse para cumplir con su cometido.

La noche del 8 de octubre se posesionó como presidente del Honorable Tribunal de Honor del Colegio de Médicos del Guayas, el expresidente ecuatoriano Alfredo Palacio, médico gremialista, investigador y enamorado incorregible del servicio a la comunidad.

Como reza la escuela hipocrática, el galeno debe de ser honesto, tranquilo, comprensivo, serio y entregarse a su paciente.

Se aceptaba que la enfermedad era el resultado de un desequilibrio en el cuerpo -sangre, bilis y flema-, pero en la actualidad se puede observar de manera paulatina el deterioro del ámbito laboral, la redistribución económica y el reconocimiento al médico ecuatoriano, que afecta su dignidad y honorabilidad en el ejercicio profesional.

No confundir dignidad médica con las condiciones indignas en las que tiene que desenvolverse para cumplir con su cometido.

Vemos ahora que el médico se encuentra en el ojo del huracán, cuando a los cuatro vientos se denuncian sobreprecios en construcciones de casas de salud, de insumos médicos, el negocio de las aseguradoras, la criminalización médica galopante, la publicidad médica sin ningún control, la propagación de mercenarios políticos en salud, o sea delincuencia organizada alrededor de la palabra salud.

Sabemos que el oficio de médico está involucrado con el bienestar de la colectividad.

Todo esto obliga a mesas de trabajo con los actores sociales locales y las autoridades sanitarias para deslindar responsabilidades y que la comunidad ecuatoriana saque sus conclusiones sobre el motivador o propiciador de estos sucesos.

El mencionado tribunal es similar a lo que conocemos en la justicia social, penal, militar, y habrá que concluir, si vale el término, que la salud o es un bien social o un buen negocio.

Dr. Héctor Panta Chica