Cartas de lectores

Thanksgiving. Thanks, Thomas.

A inicios de los años 60 llegó a mi entonces joven barrio, Miraflores, un gringuito gordito medio colorado, de unos 14 años. No sé si Thomas era su nombre o su apellido, pero así lo llamábamos. No dominaba nuestro idioma, pero se hacía entender. Venía cargado de costumbres diferentes a las nuestras. Por él conocimos los chicos de la cuadra lo que era el básquetbol, el béisbol, Halloween, y Thanksgiving. Habré tenido unos 12 años y en casa todavía no teníamos televisión, así que esos deportes y festividades eran totalmente desconocidas para mí.

Thomas andaba siempre con su pelota de básquet, haciéndola rebotar por calles, veredas o casas. No había cancha para jugar. Debe haber sido frustrante para él no tener dónde practicar. En cambio el béisbol sí lo podíamos jugar porque todavía había muchos terrenos sin construir y los convertíamos en verdaderos diamantes. No había muchos implementos deportivos como guantes, bates, y pelotas de béisbol, pero nos las arreglábamos. En Halloween fue el único que se disfrazó. Nadie entendía tamaña locura, no por lo que dicen ahora que representa esa fiesta pagana, sino por el alboroto que causaba andar por todos lados disfrazado de un robusto y regordete esqueleto y diciendo a viva voz “truco o caramelo” a todo cristiano que encontraba a su paso. Lo último que recuerdo de sus “cosas raras” es el Thanksgiving, Día de Acción de Gracias. Muchos años más tarde recién entendí lo que ese penúltimo jueves de noviembre celebraron en casa de Thomas. No comprendía por qué razón un jueves “cualquiera”, sin ser Navidad, esos gringos comían pavo. Con el pasar del tiempo le fui dando importancia a esta celebración. Ya no juego básquet, ni béisbol, no me he disfrazado en Halloween, pero sí he adquirido la costumbre de dar gracias... aunque no coma pavo. Pienso que de todas las celebraciones “importadas”, esta es una que deberíamos imitar. Cuando se puede, me reúno con mis hijos y nietos ese día. Damos gracias es por el pavo mismo que nos vamos a comer. Son tiempos difíciles. Hay mucha pobreza en el mundo. Por eso, si tienes qué llevar a tu mesa, da gracias a quién lo hizo posible y si crees que fue Dios dale gracias a Él. Te hará mucho bien, y más si puedes compartirla con los más necesitados. A Thomas, estés donde estés, gracias por haber sido parte de la historia de Miraflores y de la mía propia.

Roberto Montalván M.