Maquiavello de bolsillo

El amontonamiento de gente durante las desmesuradas fiestas de diciembre tendrá secuelas espinosas a inicios de 2022. Fenómeno mundial no tan histriónico como la ignorancia y mediocridad de mantener un poder legislativo insensato con el pueblo que lo eligió. Es condenable el episodio de aprobar un alza tributaria por falta de votos conscientes para su archivo, amenaza que puede extinguir a la clase media. En pandemia más impuestos caricaturizan un revolver cargado apuntando en la sien de los contribuyentes. Pero el problema humano es más profundo. Las ideas políticas de Nicolás Maquiavelo (1469-1527) admitían que la maldad humana se corregía por medio de las instituciones cuya prioridad partía del interés público antes que del privado. Decía: ‘el fin justifica los medios’ porque un príncipe o legislador no podría ser amado y temido a la vez. ‘La generalidad de los hombres: ingratos, volubles, simuladores, cobardes ante el peligro y ávidos de lucro’ exige tiranía. De ahí, la perversidad del príncipe, los pactos incomprensibles, la anarquía recreada y esa acción política caótica para no dejar de ser temido; hoy, aprovecharse del matiz de una peste. ¿Cómo es posible subir impuestos, no cobrar a los deudores del IESS, desabastecer hospitales y no detener la violencia en cárceles y calles? ¿Negociar con mafias y capos la impunidad de saqueadores y criminales? ¿No es un problema ético esparcido que los legisladores mantengan un diezmero en sus filas como si nada? ¿Y que se altere la cultura tributaria sin consentimiento de los gobernados? ¿Participación, manipulación, persuasión y conquista, según Maquiavelo?

Kléber Mantilla Cisneros