La libertad bajo amenaza

Vivimos en una época en la que la opinión de la mayoría y el poder arrollador de la opinión pública amenazan gravemente a la libertad.

Muy pronto -no es necesario mucho tiempo- la sociedad no podrá desempeñar su misión primordial. La razón principal por la cual existen las sociedades es proteger a los débiles frente a los poderosos. Esa es la razón por la cual tenemos sociedades. Tal es el caso de la ciudad de Nueva Orleans. Una ciudad que necesita por lo menos 2.000 policías, cuenta solamente con 500 agentes en servicio activo. Ese es el resultado directo de reducir los fondos públicos destinados a la Policía. Los ricos tienen sus guardaespaldas, los pobres son abandonados a su suerte y los criminales se despachan a su gusto. Por otra parte, debemos de tener mucho cuidado de no confundir la falsa soberanía con la verdadera soberanía. La falsa soberanía convierte al pueblo en actor durante el tiempo necesario para elegir a los nuevos amos a los que unos ciudadanos negligentes, incapaces de asumir responsabilidades, se encomiendan en cuerpo y alma. Ese despotismo democrático convierte de este modo a la nación en un rebaño de animales pastoreado por el Gobierno. Pero tal vez el mayor peligro que acecha a las sociedades democráticas sea la pasión por la igualdad, que reduce al mismo rasero a todos los individuos, que descabeza lo que sobresale, lo que destaca, lo excéntrico y lo diferente, que la mayoría de los ciudadanos no tolera. Vivimos en una época en la que la opinión de la mayoría y el poder arrollador de la opinión pública amenazan gravemente a la libertad.

Alfredo Cepero