Estado fallido o Estado en guerra
Cuando la corrupción manda, el tráfico de drogas y el robo se tornan legales y el crimen se institucionaliza
El tiempo nos dará la definición exacta, mientras tanto seguiremos sumergidos en la indefensión y cobijados por el susto. Resulta anecdótico que el Gobierno elegido esté plagado de secretarías de inteligencia que no sepan por dónde comenzar; todo esto parece una adivinanza de mal gusto, porque ni siquiera imaginan la magnitud de la escalada terrorista.
Las desafortunadas declaraciones de unos y la inacción del principal, nos llevan a un mar de preguntas, cuyas respuestas navegan a la deriva. Los estados de excepción se asemejan a la alcahuetería de los derechos humanos, es decir, no sirven para nada, solo calientan el ambiente y luego nada pasa.
Cuando la corrupción manda, el tráfico de drogas y el robo se tornan legales y el crimen se institucionaliza, mientras la zozobra y el miedo se apoderan del pueblo.
Me niego a creer que luego de tres campañas políticas -tiempo suficiente para crear soluciones- el gobernante no sabía lo que iba a gobernar; también me rehuso a aceptar que se pretenda hoy usar la inseguridad que vivimos como caballo de batalla electoralista.
Los que sentimos este viacrucis vamos quedando casi descalzos y disfónicos de tanto caminar y gritar por la esperanza de días mejores, de un país próspero para el bienestar de nuestros hijos y de los hijos de los hijos.
Juan F. Idrovo Martínez