Cartas de lectores | La nueva Asamblea
La única lealtad debe ser con el pueblo, que exige justicia, seguridad y progreso
Tenemos una nueva Asamblea, con un joven presidente, Niels Olsen, quien definirá el futuro de las relaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo. Sin embargo, hay otras corrientes que podrían incidir en esas relaciones, por ideología o ambiciones personales. Siempre se ha considerado a los asambleístas como representantes del pueblo, con atribuciones clave como legislar y fiscalizar.
En el mundo, ningún congreso goza plenamente de confianza o simpatía ciudadana. Pero el nuestro destaca por su mediocridad, pactos, camisetazos y ausencia de opiniones claras; la mayoría transmite mensajes confusos de sus jefes, de forma incoherente y mal expresada. Afortunadamente, no todos son así.
Actualmente hay 151 asambleístas, pero no se percibe calidad. Veinte tienen entre 18 y 29 años, y deben responder por lo que prometieron. Muchos proyectos presentados carecen de calidad técnica, están desconectados de la realidad social o no cumplen con la legalidad. Con los resultados electorales nació el bipartidismo, con dos fuerzas de similar peso, lo que genera frecuentes enfrentamientos. Además, la Asamblea sigue contaminada por el virus del correísmo, con los burócratas de siempre, ahora comandados desde México.
El pueblo espera una Asamblea que legisle y fiscalice con equilibrio, sin entorpecer al Ejecutivo. Hay temas urgentes que requieren decisiones políticas en seguridad y lucha contra la corrupción. La fragmentación no puede ser excusa para la inacción o bloqueos motivados por intereses mezquinos. Se demanda unidad y trabajo, más allá de ideologías.
Cada asambleísta recibe $4.759 mensuales, más bonificaciones, y está obligado a trabajar al menos cinco días a la semana, con descuentos por faltas o tardanzas. De las 15 comisiones, 11 son de ADN, que además cuenta con 80 votos asegurados para aprobar leyes urgentes.
Por tanto, señor presidente, la sociedad está atenta y no permitirá que la Asamblea sea un espacio de favores políticos. La única lealtad debe ser con el pueblo, que exige justicia, seguridad y progreso.
Robespierre Rivas Ronquillo