Cartas de lectores: Mi querido Ancón

Anconenses, defendamos lo nuestro con esos valores inculcados, que hoy están más sólidos que nunca

En el campamento minero de Ancón, hoy parroquia San José de Ancón, tuve el privilegio de haber nacido. Agradezco y felicito a Diario EXPRESO y a la periodista Flor Layedra por su extraordinario artículo “El barrio Inglés, entre el olvido y la indiferencia patrimonial”. La compañía inglesa Anglo Ecuadorian Oilfields Limited estuvo 113 años en el país y por más de 70 explotó el petróleo en la península, tributando y contribuyendo a la economía de Ecuador. Durante este tiempo, nacer, procrear y desarrollarse en Ancón, era hacerlo en un paraíso. Había más de 20 barrios limpios y construidos con cultura, estructura y material ingleses; igual su iglesia, que se mantiene incólume. En este barrio y en otros, como el Manabí, Riobamba, Guayaquil, Alausí, Otavalo, etc., los alimentos se preparaban en cocinas con tubería de gas, el agua potable se refinaba y su fuente era el mar. Uno de sus clubes, el Andes, formó al futbolista no superado de todos los tiempos: Alberto Spencer. En otros, como el Nacional, Amazonas, De la Unión, etc., se concientizó la puntualidad en el trabajo, la higiene y la salud, comandada esta por la ‘Ancon Clinic’, con personal nacional e inglés. El olvido e indiferencia patrimonial no pasarán, pues están sus bases y su tranquilidad, y lo señalo enfáticamente, concordando con el prefecto provincial de Santa Elena: la ley señala y tipifica que el lugar donde se extrae el petróleo deben gozar de regalías, por lo tanto el Estado tiene una deuda incalculable con Ancón.

Estudié en la escuela Leonardo W. Berry (nombre del primer gerente), un año en el Colegio Profesional Ancón, terminé la secundaria en el Vicente Rocafuerte de Guayaquil, y me gradué en la facultad de Ciencias Químicas y Naturales de la Universidad de Guayaquil. Luego fui profesor por 40 años en el colegio VR y vicerrector; docente en la facultad de Medicina de la Universidad Católica de Guayaquil, que en convenio con la Unesco me becó al instituto de Ciencias Biológicas de la facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Santiago de Chile y obtuve la especialidad de doctor en Bioquímica Clínica. Ese coraje de ser o no ser me dio Ancón. Vivo en Guayaquil, pero tengo una casa en la urbanización Brisas de Ancón, que al igual que el Barrio Inglés está abandonada.

Anconenses, defendamos lo nuestro con esos valores inculcados, que hoy están más sólidos que nunca y solo caben en el alma de los grandes como ustedes.

Carlos Enrique Villao Orozco