La libertad individual frente a la monarquía fue el inicio, romper el sistema mercantilista de la corona e imponer el libre mercado. Esto le sirvió a los burgueses y a Napoleón para imponer su propio control colonial y, cerrando el círculo, llegar a lo mismo, con la corona sobre las cabezas de los nuevos reyes: las grandes corporaciones transnacionales. La libertad individual y el libre mercado quedaron en el escenario publicista; el poder está en la trastienda, intocable. Es un confrontamiento que contemporáneamente se hace cada vez más notorio cuando, por abuso corporativista y de sus lacayos, se destruye la naturaleza y el tejido sociocultural de la humanidad. La decisión sobre cambio de paradigmas para el cambio climático -ante el sonambulismo humano- está en manos de la corona corporativa transnacionalista. ¿Murió el liberalismo y con él sus altisonantes ideales, hasta a veces más radicales que los del partido comunista? o, ¿se quedó tristemente representado por los nuevos mandamases CEO corporativistas que solo buscan el billete?

Federico P. Koelle D.