Cartas de lectores | Los golpes de pecho
Dedíquese a ser feliz y a hacer feliz al prójimo.
El domingo 12 de mayo se festejó el Día de las Madres. Muchas personas, solas o en familia, acudieron al cementerio llevando un ramito de flores para sus fieles difuntos, en especial a sus madres. Ese día visité a mi madre en compañía de mis hermanos y observé a muchas personas cómo destilaban un tsunami de llanto frente a las tumbas. Me hice la pregunta del millón: ¿lo harán por conciencia, arrepentimiento o quizás algún ofrecimiento en vida que no cumplieron?
Cuando fallece un familiar el dolor es muy profundo, existe tristeza y enojo. La conciencia limpia es esa libertad interna espiritual entre Dios y usted. Un arrepentimiento es un cambio de actitud y acción con respecto al pecado. La soberbia y la prepotencia te harán sentir grande como un caporal, pero la humildad te hará fuerte y sabio toda la vida. No importa cuánto uno da, sino cómo lo da, con ese amor en vida, y no en una tumba fría y con polvo. Cuando nacemos no traemos nada, y cuando morimos no nos llevamos nada. Dedíquese a ser feliz y a hacer feliz al prójimo.
Javier Valarezo