Cartas de lectores | Tenencia y porte de armas
Así los delincuentes lo pensarán dos veces, porque esta vez van a tener que jugar a la ruleta rusa
La Constitución de Montecristi fue el germen del caos y de la inseguridad que se vive hoy en Ecuador, con la salida de la base de Manta, y la novelería del “desarme y ciudadanía universal”. Con esto el Ecuador le abrió las puertas a la delincuencia internacional en tres áreas: tráfico de drogas, tráfico de armas y tráfico de personas, al extremo de que las FARC celebraron su congreso internacional en Angostura (bombardeado por Uribe).
Se calcula que hay cerca de 80.000 hombres en armas en las bandas del crimen organizado, y a pesar de todos los esfuerzos del Gobierno y del ministro del Interior, es imposible que se alcancen a cuidar a todos los ecuatorianos. La mayor aberración es que si un ecuatoriano posee o usa un arma para defender su vida o a la de su familia, se convierte en delincuente.
La mejor manera de proteger a los ecuatorianos es permitirnos ejercer nuestro derecho a la defensa en la Constitución y en las leyes, facilitando el porte y el costo de poseer un arma con la inversión extranjera de fabricantes de armas, que entrenarían al comprador en polígonos de tiro para el uso responsable de esta, y con el permiso y la supervisión de Fuerzas Armadas; todo en un mismo sitio. Las armas tienen identificación universal, con un número de serie y registro balístico, y los negocios se cuidarían muchísimo de que no caigan en malas manos. Así los delincuentes lo pensarán dos veces, porque esta vez van a tener que jugar a la ruleta rusa.
Juan Orús Guerra