Cartas de lectores | Responsabilidad ciudadana ante problemática de inseguridad

La desinformación genera miedo y ansiedad colectiva; diferenciar delitos de problemas sociales es clave para la seguridad.

En la dinámica social actual, la información circula con inmediatez a través de las redes sociales. Sin embargo, la rapidez no garantiza confiabilidad, ni que quienes comparten noticias estén preparados para interpretarlas responsablemente. Es preocupante ver cómo ciudadanos sin formación se convierten en portavoces de rumores y se autoproclaman expertos en seguridad, con consecuencias graves.

Desde la psiquiatría y la psicología clínica se sabe que la exposición constante a información no verificada produce estrés, ansiedad, paranoia e incluso estados depresivos colectivos. Quien recibe continuamente mensajes de crónica roja, videos violentos o rumores sobre microtraficantes termina percibiendo un riesgo mayor al real. Esto genera indefensión aprendida: la sensación de vivir bajo amenaza constante y pérdida de confianza en la convivencia.

Desde la seguridad ciudadana, también está claro que muchos ciudadanos no distinguen entre delitos reales y problemas sociales. Un robo es un delito tipificado, pero un consumidor de drogas en la calle es una persona enferma, no un delincuente, y no debe ser tratado como tal. Del mismo modo, una persona sin hogar no es un criminal, sino alguien que necesita apoyo social.

Cuando no se hace esta distinción, se alerta innecesariamente a las autoridades, se confunde a la comunidad y se estigmatiza a personas vulnerables. Esto genera un efecto perverso: la Policía pierde tiempo, la ciudadanía se siente desatendida y aumenta la percepción infundada de inseguridad.

Estamos, entonces, ante un problema psicológico, psiquiátrico y de seguridad. Psicológico, porque distorsiona la realidad y genera miedo irracional. Psiquiátrico, por los cuadros de ansiedad colectiva. Y de seguridad, porque debilita la respuesta institucional y afecta la convivencia.

Llamo a la responsabilidad individual y colectiva. Debemos aprender a diferenciar delitos de problemas sociales, evitar difundir rumores y no suplantar a los profesionales. Actuemos con prudencia, ética y sensatez.

Los medios serios, como Diario EXPRESO, deben orientar, combatir la desinformación y reforzar la confianza social. Y nosotros, como ciudadanos, contribuir a un Guayaquil y un Ecuador más seguros, conscientes y resilientes.

Gustavo Rivadeneira