Cartas de lectores: Pandemia progresista
Estos progresistas han mantenido a Cuba aletargada por más de 65 años
El colapso del comunismo, marcado por la caída del muro de Berlín y la disolución de la URSS, junto al cambio de China y varios países asiáticos hacia la economía de mercado, dejó huérfanos como Cuba, que desde 1959 dependió de los recursos soviéticos y chinos, y las guerrillas (FARC, M19 en Colombia, AVC en Ecuador, FPMR en Chile, Tupamaros en Uruguay, Sendero Luminoso en Perú, Montoneros en Argentina), que atacaron gobiernos sin lograr derrocarlos.
Ante el fracaso de estas guerrillas y la falta de recursos, los huérfanos del comunismo y socialistas extremos, reunidos en el Foro de San Pablo, cambiaron de estrategia y dieron origen a los progresistas del siglo XXI, cuyo objetivo es captar el poder en elecciones para instaurar regímenes totalitarios con impunidad para la corrupción, derroche y represión. Estos progresistas han mantenido a Cuba aletargada por más de 65 años; actualmente Venezuela y Nicaragua sufren opresión y pobreza, y otros países como Argentina intentan superar el desastre social, económico y moral heredado.
Como pandemia, el progresismo del siglo XXI se ha diseminado en América, contaminando a Ecuador, que durante 10 años soportó gobiernos progresistas (Alianza PAIS) y Revolución Ciudadana) que despilfarraron recursos en obras inexistentes, como la Refinería del Pacífico y otras con sobreprecio y mala ejecución, apropiándose de fondos públicos y dejando una crisis fiscal, además del deterioro moral e institucional en la justicia, el Consejo de Participación Ciudadana, el Congreso y otros organismos.
Este progresismo continúa su efecto contaminante, ocupando cargos clave con dirigentes de la ‘década perdida’, dispersando en el Congreso a supuestos traidores que luego se integran a la bancada oficialista y siendo responsables de una de las amenazas más graves a la democracia: la toma de la justicia, que el actual gobierno intenta reactivar.
Alfredo Sánchez Núñez