Cartas de lectores | Guayaquil, hoy
Mas hoy tenemos una sensación de abandono, de impotencia, de desorientación
Septiembre de 2025 y sus habitantes seguimos viviendo la angustia del diario sobresalto, del agobio de noticias con muertes de inocentes niños, mujeres y hombres jóvenes, y ancianos, que nada tienen que ver con ningún tipo de delincuencia. Otros sí, y mucho. Pero, a la hora de las estadísticas el mayor porcentaje lo integran, muchas veces, quienes no aceptaron las exorbitantes vacunas. Sí, vivimos un tiempo de extrema violencia, agregándose, al mismo tiempos, leyes que atentan contra elementales derechos de la población, organizándose una marcha sin objetivos claros, por quienes, precisamente, fueron elegidos para velar por la seguridad y la paz ciudadana. Ante esto y más, nos preguntamos: ¿qué pasó con el orgullo guayaquileño que llevamos los nacidos o no, aquí? ¿Será que ya no lo sentimos? Me niego a creerlo. La nuestra es una conciencia de identidad vigorizada en el proceso de nuestra historia con un accionar permanente en la búsqueda de su bienestar y el de la Patria. No fue acaso Guayaquil, que bajo el lema de “Guayaquil por la Patria” al siguiente día de su declaración total de independencia (9 de Octubre de 1.820), organizó con su peculio un gran ejército con el fin de conseguir la independencia de la Audiencia de Quito, hoy Ecuador. Y para el 6 de Marzo de 1 845 la voz vibrante de indignación y rebeldía de Guayaquil se levantó contra la tiranía de J. J. Flores, voz que luego retumbó en el país, logrando impedir tales ambiciones. Pero sin duda, una de sus glorias es ser el lugar donde la Revolución Liberal (5 de Junio de 1895) logró llegar al poder para ejecutar en el país transformaciones que cambiaron la vida de muchos ecuatorianos. Podríamos seguir mencionando hechos que demuestran que los guayaquileños siempre estuvieron conectados con la ciudad y el país.
Mas hoy tenemos una sensación de abandono, de impotencia, de desorientación. Nos falta la palabra de quienes tienen el deber y el poder de hacerse escuchar: las fuerzas vivas de nuestra ciudad: la academia, los juristas, sociólogos, y todos los profesionales universitarios, dirigentes gremiales, organizaciones de todo nivel, la población en general. Necesitamos unificar nuestras voces para, solidariamente, solicitar rectificaciones y cambios urgentes. Necesitamos que la voz de Guayaquil retumbe y que su brújula histórica señale, una vez más, los caminos de paz y progreso para la toda patria.
Rosa Lalama Campoverde