Cartas de lectores | Ecuador: caos, paro nacional y crisis
Por eso la indignación no se hace esperar. Pero según algunos analistas, el caos empieza con el paro
Empieza un nuevo paro nacional, pero el caos ya estaba instalado. Responde a una crisis civilizatoria donde la institucionalidad ha sido corrompida e infiltrada por el crimen organizado. Narcogenerales fueron denunciados en 2021 por el exembajador Michael Fitzpatrick. Luego, en 2024, la desaparición de niños a manos de fuerzas del orden, el acceso del hampa a armas de guerra y el incremento de extorsiones y asesinatos sistemáticos. El caos nace de un Estado disfuncional, sin recursos, implementos ni medicinas. Pero, sobre todo, de una inseguridad que ha generado cierre de negocios, abandono de viviendas y una red de motos y tricimotos en el noroeste de Guayaquil controlada por grupos al margen de la ley. ¿Y la solución? Una supuesta ‘marcha por la paz’ organizada por quien debería garantizarla. En vez de enfrentar la criminalidad estructural se finge que más operativos significan combatir el crimen, mientras se han expuesto públicamente vínculos entre miembros de las cúpulas del orden y actividades ilícitas: tráfico de hidrocarburos, suministro de armas a bandas, o colaboración en el transporte de drogas. ¿El caos empieza con el paro? ¿Ignoramos la infiltración del crimen en la justicia, la función pública y los puertos? ¿Se desconoce el poder detrás del asesinato de estudiantes o la extorsión a docentes? Las autoridades repiten: “mantengan la calma”, “guíense por la información oficial”, “evitemos un shock”. Pero el shock ya ocurrió. Vivimos bajo la sombra del caos. Y la calma no se regula como un botón digital. Un Estado enfermo, sin seguridad, con pobreza, sobreprecios en combustibles y canasta básica, muestra signos evidentes de caos, reflejo de una gobernabilidad fallida: que se autocondona deudas, firma contratos con socios familiares, vive viajando y, para colmo, sin discurso propio, sin capacidad de debate ni autonomía intelectual: todo se lo redactan. Estos son los signos reales del caos. Por eso la indignación no se hace esperar. Pero según algunos analistas, el caos empieza con el paro.
César Aizaga Castro