Apertura mental que alienta

El presidente Lasso ha actuado con la serenidad de un mandatario y la sabiduría de un estadista, hasta ahora

Tengo que confesar que voté por Guillermo Lasso en las dos vueltas con cierto escepticismo, debido a su apego religioso con tintes de dogmatismo extremo, algo muy respetable como expresión individual pero peligroso cuando de un mandatario se trata. Algunas de sus acciones me llevan a la convicción de que ha optado por actuar con una apertura mental muy saludable: su posición con respecto a grupos minoritarios y marginados, que por principio se contraponen a su posición religiosa; sus pronunciamientos nada sesgados con respecto a otras ideologías; su posición prudente con respecto a las mayorías de la Asamblea; su silencio, políticamente correcto, sobre el malhadado pronunciamiento de una asambleísta, y su decisión de viajar a Perú a la posesión del nuevo presidente, quien milita en posición política contraria a la suya. No he visto que sus convicciones personales marquen su accionar o sus pronunciamientos, pues incluso sobre las protestas en Cuba fue equilibrado y en favor de la democracia y la libertad individual, posición que hasta Martí defendió cuando dijo que la felicidad de un pueblo descansa en la libertad de los individuos. El presidente Lasso ha actuado con la serenidad de un mandatario y la sabiduría de un estadista, hasta ahora. Hago votos sinceros porque su accionar continúe por esa senda, no como 15 años de padecimientos por una necedad ideológica extrema, pretendiendo ser dueños de la verdad y poniendo tintes a decisiones y manifestaciones que demostraban inmadurez y falta de tacto, que debe ser la impronta de un mandatario, de un estadista.

Ing. José M. Jalil Haas