Cartas de lectores

Todos ansiamos la felicidad

La felicidad nos espera en el fondo de un corazón que sabe amar de verdad

Es cierto que por naturaleza humana huimos del dolor y también es cierto que hacemos todo lo posible por ser felices. Todos buscamos la felicidad pero a menudo la confundimos con lo que es la alegría, la diversión y el gozo. Hay mucha diferencia en el significado de estas tres palabras: si lo pensamos bien, una persona puede estar divirtiéndose pero le falta gozo y alegría. Otra persona puede estar alegre sin estar divirtiéndose y otra en un momento duro de su vida puede tener gozo y paz sin experimentar en ese momento alegría y diversión. La diversión es algo bueno y necesario, pero como todo lo que Dios nos ha regalado puede ser motivo de autodestrucción y el resultado es infelicidad más que felicidad. Recordemos que en los evangelios encontramos a Cristo precisamente en una fiesta de bodas con su madre y sus discípulos. Él estaba divirtiéndose con aquellos a quienes amaba y con quienes deseaba compartir ese feliz momento. El hombre no puede vivir solo para la diversión porque se haría esclavo de ella y terminaría por robarle la verdadera alegría. El gozo es algo que hace sentir una alegría inmensa, es la presencia de la Gracia en nuestro ser, que es como la presencia de Jesucristo en nosotros; va más haya de la alegría y la diversión. Cuando una persona descubre que Cristo la perdona, la acepta y salva para hoy y siempre, nace de nuevo y ya no le tiene miedo a nada ni a nadie. Cuando Dios está con nosotros es cuando sentimos verdadera felicidad. Pensemos que lo tenemos en el Sagrario de toda iglesia; debemos visitarlo con frecuencia y conversarle de nuestro amor, nuestras alegrías, nuestro agradecimiento a su amor de Padre bueno y misericordioso, tristezas, sufrimientos y soledades del día a día. La felicidad nos espera en el fondo de un corazón que sabe amar de verdad.

Martha Reclat de Ortiz