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Personaje. Gustavo Garzón, escritor quiteñoExpreso

La huella de Gustavo Garzón

El escritor quiteño desapareció en 1990. Sus familiares publicaron tres de sus obras de manera póstuma. Hubo un tributo.

“Para las nuevas generaciones, Gustavo Garzón es solo un nombre, para nosotros era un hijo, un amigo, un idealista, un gestor cultural, un crítico y un prolífico escritor”, reflexionó la autora Ximena Flores durante la apertura de ‘Gustavo Garzón: intelectual, escritor e idealista’, un foro que se llevó a cabo esta semana en el marco del natalicio del creador quiteño.

Pero hablar de Garzón es también hablar de las trabas en la justicia, y de la falta de reparación del Estado, pues a los 32 años, en 1990, Garzón salió de su casa y nunca volvió. Ese día, tenía una agenda clara: iría a la biblioteca a continuar con su tesis sobre Euler Granda, cobraría un cheque en la editorial El Conejo por la publicación de su libro ‘Las coplas populares del Azuay’, y se reuniría con unos amigos. Cumplió con ella, y en un minuto inesperado, salió del bar y no regresó.

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La sospecha, sin embargo, siempre rondó al Estado. Años antes, Garzón había sido apresado por sus vínculos al grupo Montoneros Patria Libre, tildado de subversivo por el gobierno de León Febres-Cordero, y tras su liberación, su familia indica que era seguido por autos con vidrios polarizados. Hoy por hoy, el caso del autor cuenta con más de 40 expedientes, 40.000 hojas, pero ningún detenido y ninguna admisión de culpa. En 2019, el expediente llegó a la Comisión Internacional de Derechos Humanos.

Antes de su repentina desaparición, Garzón había publicado ‘Libro de posta’ (1983); ‘Quito: del arrabal a la paradoja’ (1985) y ‘Coplas populares del Azuay’ (1987). Desde entonces, su familia ha continuado editando e imprimiendo las obras que quedaron en el cajón con el fin de que su recuerdo no quede en el olvido. En 1991 se lanzó ‘Brutal como el rasgar de un fósforo’; en 1992, ‘Del virus humano y su circunstancia’; en 2010, ‘Vivo en medio de tantos muertos’ y en 2014, ‘Más allá de la transparencia’, su inacabada tesis doctoral.

No queremos un parque o un monumento. Queremos que lo lean a Gustavo, y que finalmente, tras treinta años de impunidad, se haga justicia

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“Cuando nos conocimos, en los talleres que daba Miguel Donoso Pareja en la Casa de la Cultura, Gustavo rápidamente se dio a conocer como un escritor talentoso. Era quizás, uno de los pupilos favoritos de Miguel y tenía una forma de escribir muy clara y concisa”, recordó la periodista Martha Palacios.

Con ella concordó el escritor Byron Rodríguez, quien señaló en la obra de 2010 que en los relatos del autor figuraba fuertemente el centro histórico de la capital, su sector favorito, y que en ellos era crítico e incisivo. “Él sentía que nació en una época donde había circunstancias de violencia no solo de las armas sino de la pobreza y la desigualdad social. Decía: unos me llamarán loco, otros, idealista-soñador, pero soñar no es querer tener una casa o querer que los hijos estudien”.

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Con esto en mente, el autor cofundó el colectivo y revista La Mosca Zumba, dedicado a la creación literaria y la crítica social. “La Mosca Zumba golpeaba con todo: no había escritor o proceso cultural que se salvara en su revista”, recordó el autor Luis Ángel Saavedra.

Para Neal Moriarty, director de la revista Matapalo, la lectura de las obras de Garzón aún son relevantes. “El ejercicio de leer la producción de un autor es entrar en su voz, revivir la época en la que vivió, y su ideología que es lo que sucede no solo en sus ensayos, sino en sus relatos. Era un escritor comprometido, que no se quedaba cruzado de brazos, y la búsqueda de un cambio social, de alcanzar la justicia son temas cruciales en su obra”, dice.

Frente a las dificultades para hallar sus libros, sus familiares han subido toda su obra póstuma a PDF digitales. Y eso explica Rodrigo Garzón, su hermano, es vital para preservar su memoria. “No queremos un parque ni un monumento. Queremos que lo lean, y que se haga justicia”.

BIOGRAFÍA DEL AUTOR

Nació en 1958. Estudió una licenciatura de Matemática y Estadista en la Universidad Central del Ecuador. Fue tallerista del afamado escritor Miguel Donoso Pareja. Cuando desapareció cursaba un doctorado de Literatura y Letras en la Pontificia Universidad Católica.