Ocio

Cristoph Baumann
Christoph llegó al país hace 40 años.Karina Defas

Christoph Baumann entre tablas y redes sociales

El actor alemán radicado en Quito se abre camino en Instagram y TikTok con sketches cómicos.

En medio de las ruidosas y traficadas calles del centro de Tumbaco, surge un oasis. Se trata de la casa de Christoph Baumann, una acogedora vivienda llena de árboles y plantas, que contrastan con la gris urbanidad que la rodea.

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Ahí recibe a EXPRESIONES el afamado actor alemán, que llegó al país hace casi cuarenta años y que se dio a conocer con emblemáticos roles como el de Beckenbauer, en la comedia televisiva Dejémonos de vainas.

En el último año, alejado de los escenarios, ha encontrado un nuevo nicho en Instagram y TikTok, que se hace cada vez más popular. ¿Cómo ha sido adentrarse en el espectáculo virtual?

Súper raro. No fue algo que planifiqué. Un día, mi hijo Gabriel me sentó y me dijo: ‘Papi, estoy aburrido. Hagamos algo’, y empezamos a crear videos cómicos, a veces incluyendo a toda la familia. Nunca tuvimos una meta en mente, era algo para divertirnos. Un día, sin embargo, nos fuimos a Papallacta y nos reconoció el dueño de una cevichería y nos pidió que le hagamos un video promocionando su negocio. Nos arriesgamos, nos fue muy bien y otras marcas nos empezamos a llamar. 

Entonces, de repente, ya no era solo algo nuestro, sino que estábamos promocionando la rosca de reyes del Cyrano, viendo cómo promocionar un colegio que necesitaba alumnos. Me tomó un poco por sorpresa porque, honestamente, ni pensé que esa era una opción de negocio, pero ahora es algo en lo que queremos continuar, abriéndonos a otras posibilidades.

¿Entonces a futuro podremos verlo como youtuber?

¡Sí! Es algo que hemos estado debatiendo con mi hijo, abrirnos un canal de YouTube de ‘los dos Baumann’. Aún estamos analizándolo, pero es una posibilidad.

¿Cómo ha sido para usted estar alejado del escenario?

Al principio, un poco extraño. Cuando llegaron la pandemia y el confinamiento, no me hallaba, no sabía qué hacer. Pero finalmente me decidí por abrir mis talleres virtualmente, luego semipresencialmente, y aún sigo en esa modalidad. Sí regresé al escenario brevemente en Cuenca para presentar Ladies Night, pero se sentía casi irreal estar nuevamente frente al público.

¿No es algo que contempla a largo plazo?

Es complicado. Lo que funciona en este momento son las obras pequeñas y los monólogos.

Justo antes de confinamiento, usted había empezado a trabajar con monólogos cómicos. ¿Cómo fue esa experiencia?

Aterradora (ríe). Es muy distinto interactuar con otros actores sobre un escenario o, incluso, en una producción grabada, que estar tu solito ante el público y hacerlos reír.

Entonces, ¿qué lo llevó a intentarlo?

Me gusta variar y experimentar, y esa era un área de la que sabía muy poco, así que me dije ’¿por qué no?’.

¿Cómo fue ese primer show? ¿Tuvo nervios?

Muchísimos. Creo que me tomó unos diez shows entrar en confianza. Antes de lanzarme, había invitado a mi casa a Pancho Viñachi, Ave Jaramillo y Monserrate Astudillo a que vean mi rutina. Fueron muy críticos, pero la verdad es que yo estaba muy ‘verde’, y me dieron consejos que me ayudaron mucho, pero es otra cosa estar ante el público.

¿Y en qué se inspiró?

En lo que es ser un ‘gringo’ de dos metros en un país como Ecuador, construido para ‘hobbits’. Hablo sobre cómo fue para mí tomar un bus, enredarme en los cables de la luz, de la vez que me caí en un agujero porque se habían robado la tapa de la alcantarilla. En fin, de lo que es vivir en Ecuador siendo extranjero.

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¿Continuará en ese género entonces?

Sí. Por ahora me estoy presentando en restaurantes y sitios pequeños, pero ya estoy trabajando en un nuevo show, sobre lo que es para nosotros los “viejitos” enfrentarse a la tecnología.

Pasado y presente

Es curioso que hablemos de ver el país desde los ojos de un extranjero, cuando después de tantos años, es tan ecuatoriano como cualquiera de nosotros…

(Ríe) Bueno, eso es cierto.

¿Qué le gritan en la calle cuando lo ven?

Es muy gracioso, porque hay dos tipos de personas. Los que me gritan ‘ahí va el Beckenbauer’, y los que me gritan ‘Poco hombre’. Cuando eso pasa, ya sé que los primeros tienen más de cuarenta años y, los segundos, entre dieciséis y veinticinco.

¿Se ríe cuando lo reconocen tan efusivamente?

Claro. Me alegra que las personas hayan disfrutado un momento viéndome ahora o hace muchos años. A estas alturas, creo que mi lápida dirá: ‘Aquí yace Cristóbal Guamán (porque nadie pronuncia bien mi nombre), alias Beckenbauer, alias poco hombre’. Al menos por ahora, nunca se sabe si con esto del TikTok me llegue otro apodo.

El apodo de poco hombre quedó grabado virtualmente después del sketch de EnchufeTV. ¿Continúa colaborando con ellos?

¡Sí! Justo después de esta entrevista me tengo que ir al estudio. Soy el narrador de los sketches. Trabajar con ellos es muy divertido y ha sido una gran experiencia, porque me ha ligado a un público muy joven que quizá, de otra forma, no habría conocido.

Hay muchos que dicen que el futuro para los actores está en las redes. ¿Qué opina de esto?

Que es cierto. Yo creo que este espíritu emprendedor de irse a las redes es un producto de la pandemia, porque muchas cosas ya no funcionan. Por ejemplo, Ecuavisa cerró su departamento dramático. Hubo mucha gente despedida y un grupo grande de guionistas se quedó sin trabajo. 

Ahora, ¿vas a esperar a que alguien te contrate o vas a ver qué puedes hacer por tu cuenta? Si te quedas esperando, vas a terminar en la miseria. La opción que te queda es innovar.

Del escenario a lo político

En los últimos años también se ha vinculado a la lucha por los derechos de los actores...

Sí. Desde 2019 estoy metido en Uniartes, que es nuestra sociedad de gestión para recaudar las regalías de los canales por los programas que alguna vez hicimos. La ley con respecto a los derechos de autor es muy clara en ese sentido, pero no recibimos nada, y estamos llevando a cabo un proceso para que los canales nos paguen las regalías que nos corresponden.

Me parece que, a estas alturas de mi vida, era necesario vincularme a esta lucha.

La situación de los artistas en Ecuador siempre ha sido precaria, incluso tras la implementación de la Ley de Cultura. ¿Qué ha fallado?

Mi eterna sensación es que el sector público no conoce a los artistas y sus problemas. Yo creo que no entienden el rol del arte en la sociedad. En Alemania, las industrias culturales generan el cuarto rubro de ingresos para el Estado. Sin ir más lejos, Colombia tiene un sistema público que sí funciona en el ámbito cultural. Pero aquí no existe esa visión y aplican medidas como los fondos concursables, que son como paliativos pero no resuelven problemas.

¿No se ha vinculado a los proyectos del ministerio?

No. En 2013 di una entrevista sobre la ruta de las artes escénicas, y la entonces ministra, Érika Silva, tuvo un problema con lo que dije. De repente me vi en medio de un ataque, de difamaciones y dije ‘nunca más con el ministerio’.

¿Y qué queda entonces para financiar el arte?

Los convenios con la empresa privada. Eso era lo que había mucho antes de que existiera el ministerio como entidad independiente. Es un hecho de que las entidades privadas hacen muchísimas veces el papel que el Estado no. Eso y emprender.

Cristoph Baumann
El actor ya prepara nuevos shows.Karina Defas