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Fabián Bustos es de los entrenadores que contestan, explican, aclaran, enseñan y arriesgan.CORTESÍA BARCELONA

Pateando tachos: Detrás de Bustos, no hay un muro de silencio

OPINIÓN: Fabián Bustos a las preguntas se abre, sin guardarse nada. Sin escudarse en el secreto profesional o en el misterio del silencio

Fabián Bustos a las preguntas se abre, sin guardarse nada. Sin escudarse en el secreto profesional o en el misterio del silencio. Con Bustos sus jugadores aprenden el porque del por qué. Es de los entrenadores que contestan, explican, aclaran, enseñan y arriesgan. En Barcelona SC, es una voz autorizada y escuchada, desde el respeto y conocimiento. Un entrenador más paternalista que autoritario. Estos son sus elegidos:

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Burrai, una muestra de carácter. Los arqueros no deben tener memoria al momento de atajar, no deben acordarse de las grandes actuaciones, ni de los goles tontos. Este es un puesto donde si tienes la cabeza en orden, todo sale bien. Paco y Sosa se sienten valorados por el entrenador. Pineida es marca, cultor de la pausa sabia y del pase puñalada. Y en el otro rincón de la cancha está Velasco. Fútbol de velocidad, cálculo, habilidad y fuerza. Piñatares, el arquetipo del cinco atlético y seguro, poca elegancia técnica. Tiene marca puntual, es el que más roba balones. Solo Luis Arce puede atrevérsele en la comparación. Aunque atreverse no es igualar.

Todos esperan el encuentro de Agustín Rodriguez, Gaibor, Ortiz, Souza,Díaz para paredes cortas y largas, matizadas con pisadas, amagues, gambetas, golpes de taco y de revés, con alguna rabona, pasando un pie detrás del otro, y esos goles que entran, sacándole viruta al palo.

En la época donde se defiende la habilidad y se castiga la violencia. Hay extremos para las variantes: Corozo, Adonis, Fidel y Portocarrero.

Gaibor ordenado y ubicado como interior, sin perder una gota de su generosa entrega física. Volverá a encontrar el arco perdido. Su agresividad es el flagelo de las defensas.

Cuando Bustos perdió ante Aucas, la final del campeonato, se fue al vestuario, se encerró con sus jugadores y lloraron la derrota. Tiene pinta de tipo bravo, pero una cosa es estar en la cancha y otra enfrentar a la vida.