Cristhian y Doménika Arellano, una relación padre e hija que corre con el corazón encendido.
Cristhian y Doménika Arellano, una relación padre e hija que corre con el corazón encendido.JOSÉ LADINES

Doménika y Cristhian: una hija a toda velocidad y un padre que no frenó sus sueños

A los 16 años, Doménika Arellano es la piloto más rápida de Ecuador. Su historia se forja con el apoyo sin límites de su papá

Doménika Arellano no aprendió a caminar: aprendió a 'volar' con motores. Antes de que pudiera leer, ya estaba en los talleres rodeada de herramientas y soñando a toda velocidad. Su padre, Cristhian Arellano, la vio crecer entre tuercas y juguetes guardados en los bolsillos de los pantalones que prefería usar por sobre los vestidos.

A los siete años, Doménika se subió a un kart y dio su primera vuelta. A los nueve, ya era vicecampeona sudamericana. Hoy, con 16, es la piloto femenina más rápida del Ecuador y la única mujer que representa al país en el automovilismo internacional. Se ha subido a un monoplaza en la mítica pista de Ferrari en Maranello, ha rozado los 250 km/h y ha dejado claro que el talento no tiene género.

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Pero más allá de todos esos logros, lo que conmueve en su historia no es solo su velocidad, sino la complicidad con su padre, ese copiloto de la vida que ha estado con ella desde que daba sus primeros pasos.

Enseñándole a su hija a ser una 'mujer maravilla'

“Ella nació en las pistas”, dice en sentido figurado Cristhian, con esa mezcla de orgullo y ternura que no necesita explicación. Desde bebé, Doménika pasaba los días en los talleres, jugando con llaves inglesas y tuercas. “A ella no le gustaban los vestidos. Quería pantalones con bolsillitos para guardar sus juguetes”, recuerda. Ya entonces se perfilaba una personalidad fuerte, decidida. Una niña aventurera que no cabía en los moldes tradicionales.

Cristhian lo entendió desde temprano. Mientras otros le decían que tenía una princesita, él tenía claro su propósito: “Yo no quiero una princesa para que me digan suegro algún día. Quiero una princesa guerrera. Una que sepa defenderse y que sepa que todo es posible”.

Y así la crio. Con firmeza, sí, pero sobre todo con amor. Amor que se traduce en presencia, en apoyo sin condiciones, pero también en adrenalina. 

La complicidad entre ambos es de película

Y es que Cristhian nunca ha limitado a su hija. A su corta edad, Doménika tiene anécdotas que pocos jóvenes de su edad han podido experimentar, y las ha vivido en compañía de su padre. Desde parapente y puenting hasta lanzarse desde un avión en paracaídas

Esas aventuras las ha compartido Doménika en su cuenta de Tiktok, donde cuenta con cientos de miles de seguidores. Dicha publicación cuenta con más de un millón de likes y ha generado múltiples reacciones, especialmente de asombro y admiración por su particularidad.

Lo cierto es que Cristhian nunca le ha puesto límites y tampoco ha dudado en acompañarla, incluso cuando eso le ha representado varios problemas con su esposa y madre de Doménika, Ximena Soria, quien también forma parte del engranaje familiar que acompaña a la joven ecuatoriana en sus sueños. 

Siempre me ha dejado soñar más. Nunca me dijo ‘eso no se puede’, siempre fue ‘tú puedes’”, dice la piloto de 16 años sobre su padre, con una sonrisa que ilumina más que cualquier podio.

En definitiva, la historia de Doménika está marcada por la velocidad, pero también por la ternura. Ella cuenta un recuerdo que guarda en su corazón: cuando era más pequeña en cada carrera, Cristhian la motivaba con un peluche, por lo cual tuvo en algún momento su cuarto repleto de estos muñecos, que eran la herramienta de su papá para motivarla.

Y esa paciencia que me ha tenido, ese cariño constante, ha sido parte fundamental de todo lo que he logrado

Doménika Arellano

Piloto ecuatoriana

Asimismo rememora como en los aeropuertos cuando viajan para sus competencias, su padre convertía sus piernas en almohada para que ella pudiera dormir. “Él se quedaba totalmente quieto para no despertarme”, cuenta ella con una dulzura que quiebra cualquier coraza. 

No todo ha sido fácil. “Lo más duro ha sido no tener plata”, dice Cristian sin rodeos. Lo recuerda con nitidez: Doménika tenía nueve años y acababa de clasificar al Mundial de Karting en Francia. “Ella venía corriendo a abrazarme, diciendo: ‘¡Nos vamos a Francia, papi!’. Y yo lloraba de emoción… pero también pensaba: ¿de dónde saco la plata?”. Dos días después, una institución financiera los llamó para auspiciarla. “Un milagro”, lo llama hoy. Y así ha sido siempre: cuando más apretados están, aparece una mano que los empuja un poco más.

Doménika Arellano junto a sus padres, Cristhian Arellano y Ximena Soria.
Doménika Arellano junto a sus padres, Cristhian Arellano y Ximena Soria.Cortesía
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Próximo objetivo: el salto a la Fórmula 4

Ahora, el sueño es aún más ambicioso. Doménika se prepara para dar el salto a los monoplazas y competir en Fórmula 4. Cuatro equipos europeos ya la han invitado. Su próximo paso será entrenar con la FPA Formula Panama Academy, una plataforma clave para ser vista por cazatalentos internacionales. Pero hay un obstáculo entorno a ese sueño: el dinero. “Necesitamos 188 mil euros”, dice Cristhian. “Y yo pienso, Dios mío, no es imposible. Si cada uno de los 200 mil seguidores que tiene Doménika en TikTok pone un dólar, el sueño se cumple”.

Señala que no ha sido sencillo conseguir apoyo en territorio ecuatoriano. Y eso duele. “Me parte el alma que un equipo panameño quiera apoyar a mi hija… y que mi país no”, confiesa Cristhian. Aun así, no pierde la fe: “Dios nos dará la oportunidad en el momento preciso. Ni antes ni después”.

Por su parte, Doménika no se quiebra fácilmente. Lo aprendió de su papá. Cuando cae en una carrera, lo primero que piensa es en levantar el carro y terminarla. “Él nunca me dijo: ‘pobrecita, mi princesa se cayó’. Me decía: ‘levántate, sé valiente’”. Ese amor sin concesiones, ese cariño sin fragilidad, la forjó.

Un testimonio de amor verdadero entre padre e hija

En medio de los logros y las preocupaciones, la esencia se mantiene intacta: una hija que confía ciegamente en su padre. “Si le digo ‘vamos a saltar de paracaídas’, él solo dice ‘ya, veamos dónde’”. Y un padre que sabe que su hija es más que talento: es coraje puro. “Yo le digo: he creado una guerrera. Si algún día te falto, ya sabes qué hacer”.

Doménika lo sabe. Sabe que su fortaleza viene de ese amor sin límites. “Gracias por confiar en mí, por estar ahí siempre, por sacrificar tanto. Eres parte de lo que soy”, le dice. No hay necesidad de más palabras.

Porque hay historias que van más allá del deporte. Que corren más rápido que los motores. Que ganan sin necesidad de una meta. La de Doménika y Cristhian Arellano es una de ellas.

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