Wilson Caicedo Carrera Expreso
Wilson en uno de los entrenamientos regulares que realiza en Monte Sinaí.Christian Vásconez / Expreso

Caicedo mantiene viva la llama de la carrera EXPRESO

El guayaquileño de 63 años correrá solo, el mismo día y a la misma hora para honrar la prueba atlética de este diario que no se realizará por el Covid

El tercer o cuarto domingo de julio de cada año era como la Navidad para Wilson Caicedo. Preparaba su mejor ropa deportiva y se bañaba en recuerdos hasta llegar al punto de partida de la carrera atlética de Diario EXPRESO.

Con 63 años, este padre, abuelo, pintor y exprofesor de Educación Física ha disputado 35 de las 45 ediciones de la prueba pedestre, de ahí que saber que este año no iba a desarrollarse por las restricciones de la pandemia, se fijó que eso no sea el fin de su continuidad.

Caicedo correrá, pero lo hará solo; la iniciativa es propia. Apenas una moto manejada por su hijo y una bicicleta llevada por su ahijada lo escoltarán en el trayecto de 10 kilómetros que cubrirá en la misma ruta, a la misma hora, que seguía la competencia.

"El deporte es mi droga y la carrera una tradición que no puede cortarse. Yo iré en nombre de los miles de atletas, en todas las categorías".Wilson Caicedo, corredor guayaquileño

El hilo conductor entre Caicedo y la prueba es el deporte y la añoranza. Solo así se puede entender todo. Dice que correrla le recuerda a su padre, a sus hijos, a cuando no tuvo trabajo y a cuando sirvió de motivador de niños y jóvenes. Incluso le “gustaría morir corriendo”.

“Participé desde la primera edición en 1974. De eso conservó aún el número que llevaba en el pecho (el 213). Recuerdo que tenía 17 años, era un chico flaquito que le ayudaba a mi papá que trabajaba marcando las tarjetas de los buses. Yo era el que subía a los transportes, cogía las tarjetas y corría con todas las fuerzas para que los buses no marquen atrasados. Fue ahí fue que mi papá me vio futuro para el deporte”, dice añorando Caicedo.

A ese libro de historias le siguen muchas anécdotas. En 1990, ya siendo padre de familia, tuvo que dejar de competir por 10 años porque sus hijos entraban a la universidad y debía redoblar sus esfuerzos en el trabajo. No fue sino hasta el 2001 en que volvió y desde entonces no ha parado. Y la pandemia tampoco iba a ser un impedimento.

  • Wilson Caicedo Carrera Expreso
    Caicedo tiene prácticamente un altar de los afiches y medallas de todas las pruebas EXPRESO donde compitió. Además conserva el número con el que corrió la primera carrera en 1974, hace 46 años ya.Christian Vásconez / Expreso
  • Wilson Caicedo Carrera Expreso
    El corredor junto con la familia donde habita en la cooperativa Voluntad de DiosChristian Vásconez / Expreso
  • Wilson Caicedo Carrera Expreso
    Parte de los trabajos de calestenia que realiza Wilson. Trabaja 1 hora al díaChristian Vásconez / Expreso

Para este domingo, Wilson ya tiene todo listo. Se pondrá una camiseta de Ecuador y al cumplir la distancia desplegará una pancarta en la que rezará la frase: “Hoy no se pudo (realizar la carrera), pero Caicedo está presente. Homenaje a la Carrera EXPRESO”.

La preparación previa del sexagenario ha sido leve, pero sostenida. Sin embargo, no se preocupa porque dice mantenerse siempre activo; no en vano lleva desde 2002 como profesor y motivador de Cultura Física en colegios como el José Joaquín de Olmedo, Vicente Rocafuerte o República de Francia, de donde calcula sacó a más de 2.000 corredores para la prueba hasta el año pasado.

Hoy utiliza las polvorientas calles de la cooperativa Voluntad de Dios, en Monte Sinaí (norte de Guayaquil) para hacer piques cortos y trabajos de calestenia. Se imagina en el punto de partida y dice que correrá en nombre de los más de 20.000 atletas que año a año compiten. Esa será su medalla al mérito más importante.

La carrera más triste

Caicedo derrocha energía y positivismo en cada palabra; sin embargo al añorar la edición del 2008 rompe en llanto. Su padre, su descubridor, murió en mayo de ese año y dos meses después él ya estuvo participando. Dice que nunca más fue igual. Hasta el día de hoy recuerda su cara y sus palabras antes de empezar a correr.