Zuko Carrasco
Zuko Carrascocortesía

Zuko Carrasco: El imbatible

Con una cuadriplejia coronó el Kilimanjaro y el Cayambe. Se convirtió así en el primer ecuatoriano que logra tales hazañas.

Descubrió su pasión por la montaña a los 12 años en los campamentos de Fabián Zurita, quien lleva más 45 años enseñando a amar a la naturaleza. “Cada año eran 20 días muy duros con un régimen medio militar pero muy bonito, porque Fabián tiene este lema de la alegría en el esfuerzo”.

El impulso condujo a Zuko a convertirse en guía de alta montaña como su oficio primario, siendo un gran deportista de forma paralela. Si no guiaba en la montaña, estaba en la bicicleta, escalaba muros de roca y Kayak. Siempre deportes extremos mientras daba cursos, apoyaba en la seguridad en carreras de aventura e instalaba sistemas de cuerdas altas. Una vida dedicada a grandes hazañas como coronar las cumbres más altas en Ecuador, Bolivia, Perú, la Patagonia, Estados Unidos, Alaska y Canadá. Para este deportista nada era imposible.

El día ‘cero’

Corría el 8 de agosto de 2015 y Zuko Carrasco había decidido no aceptar ningún viaje de montaña a propósito del nacimiento de su segunda hija, Bianca, un feliz suceso ocurrido una semana antes. Sin embargo, había aceptado instalar un sistema de cuerdas altas en Machachi. Esta práctica deportiva implica superar varios desafíos en equipo, con cuerdas conectadas entre sí a una altura de 12 metros.

En una de las etapas, se salta al vacío mientras otra persona asegura el sistema desde el otro extremo. “Este salto es muy duro psicológicamente, pero yo lo había hecho varias veces y estaba muy confiado. Le pregunté a mi asegurador si estaba listo y me dijo que no. Esperé y volví a preguntar y escuché algo así como una afirmación desde el otro extremo y salté sin tener una confirmación clara. Caí e instantáneamente dejé de sentir mis piernas. Estuve consciente todo el tiempo y el rescate fue muy rápido”.

Tras el accidente

El diagnóstico dio esperanzas pues, según el equipo médico, había sufrido una compresión de la médula a nivel cervical que, al desinflamarse, podría recuperar la sensibilidad del cuerpo y por tanto la movilidad.

Mientras tanto, Zuko necesitaba ayuda para hacer cualquier movimiento, pues no podía sostener ni un vaso de agua.

Aun así, él creía que todo volvería a la normalidad. “Luego del accidente el cambio en mi vida fue de 180 grados. Dependía de enfermeros para girarme en la cama, comer, sentarme, bañarme… El control de esfínteres era un desastre, pero tenía esperanzas, hasta que me di cuenta de que no volvería a caminar… A mí y a mi familia nos tomó mucho tiempo aceptarlo. Buscamos más opiniones, hice terapia tras terapia y se fue mucho dinero. Además, me di cuenta de lo importante que es el mundo de la accesibilidad, porque de eso depende que una persona con discapacidad pueda moverse con independencia, seguro y cómodamente”.

Seis años después

Han pasado seis años de su accidente y vive agradecido con lo que tiene y con plena conciencia de su realidad, misma que logró enfrentar con entereza, valentía, disciplina y el espíritu imbatible que lo caracteriza al alcanzar sus propias cumbres cada día. La historia de Zuko es una inspiración para miles que llegan a saber de él.

“Muchos, teniéndolo todo, no son felices. Eso me motiva a entrenar cada mañana, porque lo necesito por salud física y mental. No necesito más de lo que tengo. Me divorcié hace tres años y mis hijas pasan la mitad del mes junto a mí. Kiara y Bianca han crecido junto a un padre cuadrapléjico -clínicamente considerado como tal- y eso las ha hecho mejores seres humanos, más sencillas, empáticas, felices. ¡Me encanta estar con ellas! Aunque tengo ayuda de mi familia, amigos y vecinos, como Jack Bermeo, mi pana, he aprendido a hacer todo de una manera diferente: cocinar, bañarme, limpiar mi casa, movilizarme…y eso asombra. Antes, la gente me veía con pena y yo lo odiaba, pero ahora soy más seguro de mí mismo e irradio felicidad en mi silla de ruedas. Extraño escalar en roca y prefiero no pensar mucho en eso porque se me quiebra la voz. Quisiera que el deporte para discapacitados crezca en el país y que haya más accesibilidad para este sector”.

"Antes la gente me veía con pena y yo odiaba eso, pero ahora soy más seguro de mí mismo e irradio felicidad en mi silla de ruedas”Zuko Carrasco

Sus triunfos

El deportista hace teletrabajo y agradece ser parte del departamento de responsabilidad de la empresa para la que trabaja. Además, tiene varios auspicios de empresas privadas que le apoyan para seguir cumpliendo sueños y aventuras.

En el 2019 coronó el Kilimanjaro junto a un grupo de amigos y colegas que le ayudaron en el ascenso durante seis días, con la ‘hand bike’ con el que un estadounidense parapléjico (Cris Wadell) había ascendido anteriormente. La travesía le tomó dos años de intensos entrenamientos y resultó un éxito.

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En abril coronó el Cayambe a 5.790 metros -cumbre que lo vio nacer como montañista-, apoyado por sus grandes amigos quienes lo empujaron durante tres días en condiciones climáticas ideales. Lo extraordinario que resulta este logro, sin precedente en el país, es que el Zuko bajó de la montaña ¡subido en un parapente! en un momento sin duda inolvidable.

El 8 de agosto pasado, cuando se cumplían seis años de su accidente, volvió a volar en ese planeador ligero surcando las costas manabitas. Es que, a este hombre temerario por naturaleza, las aventuras extremas lo hacen feliz y vence todo temor ante el riesgo que implican.

Su próxima meta es ascender al Cotopaxi, ojalá acompañado de una pareja que acepte su corazón indómito, tal como es.

"Muchos, teniéndolo todo, no son felices. Eso me motiva a entrenar cada mañana, porque lo necesito por salud física y mental”Zuko Carrasco