El Museo J. Paul Getty, de Estados Unidos, movió de una manera inesperada a las redes sociales el año pasado cuando lanzó un reto en el que invitaba a sus seguidores a recrear obras de arte desde sus casas. En un tiempo de encierro casi absoluto por la pandemia, la propuesta fue un éxito.

El ‘Getty challenge’ se replicó en otros países, con personas que buscaban lo que tenían a la mano para representar alguno de los famosos cuadros de Van Gogh, de Frida Kahlo, de Rembrandt, de Munch... Fue así como esa fiebre llegó a Ecuador con el nombre de ‘Pinturas de verdad’.

La Casa de la Cultura núcleo del Guayas volvió a lanzar el reto este año, pero no con pinturas (el 2020 se debieron recrear las obras de Eduardo Kingman, Segundo Espinel, Nelson Faicán, Bolívar Mena, y Diógenes Paredes). Esta vez el ‘challenge’ consistió en representar a cinco ‘Figurinas de verdad’.

Para ello, la institución escogió cinco piezas arqueológicas de la reserva de su museo de arte precolombino Carlos Zevallos Menéndez.

Llegaron 25 propuestas y de ellas 16 cumplieron con las bases y se publicaron en las redes sociales para ser sometidas a la votación del público.

“Tuvimos aproximadamente unas 5.000 personas alcanzadas en las redes sociales”, cuenta Gisella Peña Jarrín, coordinadora de los museos del núcleo del Guayas.

El que más apoyo del público alcanzó fue Francisco Cáceres Mera, de 14 años. “Para mí fue una bonita experiencia porque me gusta trabajar en artes plásticas, especialmente las figurinas moldeadas en arcilla y al imitar una de estas fue una inspiración para el desarrollo de mi arte”, cuenta.

Con esponja, pintura acrílica color cobre y maquillaje facial logró hacer la representación de una cabeza de una figurina Valdivia. Ganó un kit de publicaciones de la Casa de la Cultura, libros y materiales para trabajo moldeable y la réplica de una Venus de Valdivia hecha en barro.

El segundo lugar lo obtuvo Rubén Coraizaca, de 19 años, un estudiante con discapacidad auditiva, que sorprendió a los organizadores y a las redes porque en su propuesta incluyó a su mascota.

Él escogió a la figurina de una pareja antropomorfa de la cultura Bahía. Usó cartón, botones y fideos, además de pintura para asemejarse a ella. Sentada sobre una mesa de tela color cobre y también disfrazada, Milly, una perrita que lo acompaña desde hace un año seis meses, posaba para la foto que iría al concurso. “Me emocionó poder ser creativo”.

Así también los otros participantes usaron lo que tenían a mano para representar a figurinas de otras culturas como la Jama Coaque. Lo hicieron con accesorios, objetos, productos, alimentos... Aquello había generado mucha expectativa entre los organizadores, quienes destacaron la creatividad de los postulantes.

Para el concurso no había límite de edad. El único requisito era que participaran personas radicadas en el país.

Gisella Peña se mostró complacida por la acogida entre los jóvenes, pues la mayoría de participantes tenían entre 14 y 16 años. El menor tenía 12. “Solo hubo un adulto que hizo su representación con puras frutas”, cuenta.

Los concursos que surgieron desde la pandemia a través de las redes sociales han generado un nuevo público que ha conocido a través de las cuentas de Facebook y de Instagram al museo por dentro. Prevén realizar más retos para lograr que los seguidores tengan un acercamiento a la cultura.