
El regreso de los zapatos puntiagudos: historia y polémica de los calzados medievales
Originalmente símbolo de estatus, estos llamativos zapatos fueron criticados por su asociación con el pecado y la inmoralidad
Marc Jacobs ha resucitado una tendencia que parecía haber quedado en el pasado: los zapatos de horma puntiaguda. En su más reciente desfile, el diseñador estadounidense presentó unos llamativos modelos que, a primera vista, podrían parecer una simple innovación moderna. Sin embargo, estos zapatos tienen una historia fascinante que se remonta a la Edad Media, cuando su diseño generaba no solo fascinación, sino también controversia.
Durante la Alta Edad Media, los zapatos de punta larga, conocidos como poulaines o cracows (por la ciudad polaca de Cracovia, de donde se cree que provienen), se convirtieron en un símbolo de estatus entre los hombres nobles. Estos calzados tenían puntas extremadamente largas que, para mantener su forma, a menudo se rellenaban con materiales como musgo, paja o incluso estopa. Aunque en un principio representaban la riqueza y la exclusividad de la nobleza, su diseño peculiar no tardó en generar críticas y debates dentro de la sociedad medieval.
Una moda polémica en la Edad Media
El uso de los poulaines fue muy popular entre la nobleza de Europa, pero también estuvo rodeado de polémicas. Desde el inicio, los zapatos fueron considerados un símbolo de vanidad y ostentación. Además, su diseño exagerado fue visto como una provocación tanto por la Iglesia como por ciertos sectores de la sociedad. La Iglesia, en particular, los vinculó con el pecado y la inmoralidad, llegando incluso a acusarlos de ser responsables de la peste, ya que se les atribuía el poder de desviar a las personas hacia la lujuria.
La punta larga de los zapatos se veía como un símbolo fálico, lo que aumentaba aún más su carga simbólica negativa. Esta asociación con los placeres carnales fue una de las razones por las cuales muchos clérigos se opusieron a su uso. Un monje benedictino se deshizo en críticas contra esta moda en su obra escrita alrededor del año 1100. En su relato, describió a los nobles que usaban estos zapatos como depravados y comentaba que se rellenaban las puntas con estopa y se las doblaba hacia arriba, como un cuerno de carnero.
El uso de las poulaines también fue criticado por su incomodidad. Estos zapatos, además de ser difíciles de caminar, representaban la incapacidad de los nobles para realizar trabajos físicos, pues la punta larga dificultaba cualquier actividad laboral. A pesar de la incomodidad, los zapatos seguían siendo una señal de distinción. En Londres, los poulaines fueron finalmente prohibidos, aunque no antes de haber causado gran revuelo entre la población.
Una moda que desapareció, pero volvió a las pasarelas
La moda de las puntas largas desapareció hacia finales del siglo XV, cuando las tendencias cambiaron drásticamente. Con la llegada del reinado de Enrique VIII, los zapatos anchos y de punta cuadrada empezaron a reemplazarlos, marcando el fin de una era de excesos y ostentación. Estos nuevos diseños de zapatos se alineaban mejor con la moda de la época, que incluía jubones acolchados y ropas de gran volumen. En lugar de la incomodidad y el simbolismo asociado con las puntas largas, la moda se movió hacia un estilo más práctico y menos polémico.
Sin embargo, hoy, casi mil años después, los zapatos puntiagudos han vuelto a las pasarelas. Aunque el contexto y el simbolismo han cambiado, el regreso de esta tendencia parece rendir homenaje a una moda que, en su momento, provocó fuertes reacciones. Los diseños contemporáneos de Marc Jacobs y otros diseñadores evocan la historia de los poulaines, demostrando cómo las modas pueden resurgir y adaptarse a nuevas épocas, aunque sus raíces sigan siendo tan complejas como lo fueron en su origen medieval.
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