Lo primero que los artistas que asisten a la Bienal Selecta Nómade, que ocupa casi todas las salas de exhibiciones temporales del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC), es que el mencionado encuentro está lo más distante posible de aquellas citas a las que cada dos años llegan los exponentes atribulados casi siempre por “un afán consagratorio”, de ser declarados ganadores.

De eso, “es de lo menos que se preocupa uno acá”, dice Luis Montes Rojas, uno de los artistas asistentes a la muestra. “Lo que nos interesa son las tensiones que genera estar aquí, con una obra que se relaciona con el sitio al que llega. De tal forma que, cuando el visitante vea tu obra, este se sienta involucrado con lo que ve”.

Precisamente ese ha sido el objetivo de la bienal Nómade, que lleva ocho años de ejecución: aterriza en un lugar para plantearle al artista generar una inquietud creativa del sitio al que llega. “Nómade te obliga a deconstruir tu trabajo, lo que has sido, para pensar en el lugar a donde te están invitando. Es una experiencia muy enriquecedora. Además, te convoca a crear de manera colectiva, porque aunque exhibes tu obra personal, existe del intercambio de vivencias y experiencias del colectivo de artistas de la bienal”, dice el chileno Ricardo Villarroel Corvalán.

Nómade no tiene una sede determinada. “Es un espacio en tránsito, una colectividad múltiple que, desde la producción autónoma e independiente, genera una serie de reflexiones en torno a los sistemas, programas y visibilizaciones del arte actual”, dice el artista colombiano Víctor Hugo Bravo, quien junto al ecuatoriano Hernán Pacurucu cumple la tarea de curaduría de la muestra.

Así como ahora está en Guayaquil, antes pasó por ciudades de Suecia, Polonia, España y Chile; además de Cuenca (Azuay).

Desde la conceptualización de los organizadores de la muestra, a lo largo de los años, el grupo de artistas involucrados en Nómade se han convertido en una red de intercambios, “que amplía los contextos de investigación de todos los agentes involucrados (obras, artistas, teóricos, curadores y público)”.

En el caso de la actual Nómade, denominada Selecta, tiene un tinte consagratorio, desde la explicación de Víctor Hugo Bravo. “Es una edición especial. Resume ocho años de procesos y convoca a los artistas que han sido parte de ella a lo largo de estos ocho años. Es como una celebración o tal vez una simple reunión para festejar por el camino que hemos cumplido”.

Las obras expuestas no solo llenan las paredes. Porque no necesariamente son cuadros o están enmarcadas. Aparecen dispersas, ocupando desde mesas hasta el piso. La mayor parte de lo que los artistas de 13 países exponen son instalaciones que experimentan en una diversidad de géneros, desde el dibujo hasta la pintura, pasando por la fotografía, el performance o el video.

El espacio está distribuido en parcelas creativas. Cada artista dispone de un promedio de cuatro por cuatro metros para armar un núcleo de desarrollo de obra, explican los organizadores.

‘Selecta Nómade, arte contemporáneo internacional’, estará abierta hasta el 24 de noviembre, en el horario de martes a domingo, de 09:00 a 17:00.