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Eduardo López: “Los sueños están para cumplirlos”

Su secreto para crear una de las multinacionales tecnológicas más grandes del país está basado en su arduo trabajo, búsqueda insaciable de la innovación y, sobre todo, la unión familiar.

Eduardo López
Ingeniero Eduardo LópezJimmy Negrete / EXPRESO

Hace 30 años, el ingeniero Eduardo López se atrevió a emprender en el campo tecnológico petrolero en Ecuador, cuando eran mínimas las empresas locales que apostaban por ese rubro. Aunque tuvo varios retos y grandes pérdidas en el camino, ahora representa al país como uno de los empresarios más importantes de la región. Durante una visita rápida a Guayaquil, Eduardo conversó con SEMANA para hacer un recuento de su vida, caídas y mayores logros.

Sus inicios

Sin lujos ni excentricidades. Nació en el núcleo de una familia humilde en la ciudad de Ambato. Sus padres, Carlos López (quien era carpintero y luego se convirtió en contratista) y Mariana Roballo (ama de casa), se enfocaron en que todos sus hijos crezcan en un hogar lleno de amor y valores.

“No heredamos una fortuna de nuestros ancestros y creo que eso fue lo que más motivó a nuestros papás a enseñarnos que, con un trabajo limpio y honesto, podíamos lograr lo que quisiéramos”, dice Eduardo. Por esa razón, para él la palabra pobreza “es una actitud mental y no está asociada con el dinero o los recursos económicos”.

Al graduarse del colegio, decidió seguir sus estudios universitarios en Administración de Empresas y fue en 1990 cuando creó Sertecpet (una compañía que apuesta por la industria tecnológica en el sector petrolero). La empresa primero la dirigía con su hermano Byron, luego se incorporó Carlos y, al final, el menor Paulo, todos ellos ingenieros mecánicos. “La fusión de nuestras carreras fue la combinación perfecta, porque nuestro sueño desde niños siempre fue crear una marca juntos”.

Los retos de innovar

Al igual que muchos de los emprendimientos, los primeros años fueron los más duros para ellos. Al no ser conocidos y no contar con trayectoria previa, Eduardo recuerda que muchas empresas locales les cerraron la puerta por no confiar en el talento nacional. “El primer desafío fue vencer el estigma cultural de que los ecuatorianos no somos buenos. En esa época, era descabellado crear una industria de tecnología porque estábamos acostumbrados a ser dependientes de otros países industrializados”.

Por eso, decidió buscar oportunidades en otros países y demostrar que sí se puede exportar tecnología petrolera de calidad. Poco a poco, gracias a las certificaciones internacionales y los trabajos que comenzaron a realizar en los demás continentes, fueron creciendo y ahora tienen decenas de proyectos alrededor del mundo. “Fue difícil, pero confiamos en el proceso. Pese a las circunstancias que se presenten, no desmayes, no declines y no te desanimes. Al final, todo eso es gratificante y se van dando las cosas porque el esfuerzo en equipo vale la pena”.

Eduardo López
Ingeniero Eduardo LópezJimmy Negrete / EXPRESO

El éxito no es solitario

Eduardo constantemente repite que la clave para que hoy coseche los frutos de todo el trabajo hecho es la unidad familiar. Cada vez que habla de sus hermanos, su mirada se ilumina y resalta que sin ellos nada hubiese sido posible. “Si se unen las fortalezas basadas en los valores y principios se conforma el engranaje perfecto. Mi madre nos enseñó que compartamos todo y no seamos egoístas. Esta formación hizo que hasta el día de hoy sea así”.

Eso sí, aunque ha tenido una vida llena de victorias, también pasó por un hecho que lo marcó para siempre. En el 2003, falleció su hermano Carlos en un accidente de tránsito. “Fue una pérdida muy triste porque era un genio. Aunque era muy cuidadoso y responsable al manejar, perdió la vida y ya no está junto a nosotros. Esto nos hizo reflexionar sobre lo que hacemos y a seguir aportando de forma positiva a los demás”, comenta.

Eva Hughes

La visionaria y emprendedora Eva Hughes

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Eduardo López
Eduardo junto a sus hermanos Byron y Paulo López.cortesía

Su familia, el tesoro más grande

Su casa junto a su esposa (Margorth Zambonino) está en Quito, pero Eduardo afirma que la mayor parte del tiempo la pasa en un avión y en hoteles por el mundo. Reconoce que su estilo de vida no es fácil, pero que cuando se desea lograr ciertos desafíos laborales, esto tiene un costo. “Me dedico a buscar oportunidades con una maleta por el mundo. Es bueno saber que en la vida nada es gratis, pero sí hay que tener un balance. Afortunadamente mis hijos (Sebastián y Sharon) ya son profesionales”.

Mientras Sebastián trabaja en la empresa familiar en las oficinas de Houston, Sharon es actriz en una firma de cine en Nueva York. Relata, entre risas, que le hubiera gustado que ella también se una a la compañía junto a ellos, pero como desde niña le enseñó que siempre hay que perseguir los sueños, la apoya al 100 % en su profesión. “No podemos estar todo el tiempo en familia, pero siempre estamos conectados”.

Eduardo López
Retrato familiar con sus hijos Sebastián y Sharon y su esposa, Margoth.Cortesía

Alma aventurera

Cuando tiene tiempo libre, Eduardo deja a un lado la corbata, el traje sastre y su maletín para estar listo para la acción. Al ser de personalidad extrovertida, disfruta de practicar todo tipo de deportes como el motociclismo, el ciclismo, la equitación y el golf.

“El hombre que no está activo, al estar en una zona de confort, tiene cierto porcentaje de riesgo entrar en decadencia y eso es peligroso porque se complican el estado de ánimo y la salud. No todo es negocio. Yo busco conocer gente… Cada vez que puedo disfruto de una copa de vino viendo las montañas o el mar porque me ayuda a visionar a largo plazo”.

Eduardo está en la cúspide del éxito laboral, pero intenta siempre mantener los pies en la tierra. No deja de animar a todos los jóvenes a también soñar y esforzarse, porque de esa manera “todo se puede lograr”.

Personal

  • Tiene 55 años, nació en Ambato.
  • Es CEO de Sertecpet, industria del sector energético, petrolero y minero con presencia en varios continentes del mundo.
  • Fue ministro de Energía y Minas en el 2004.