BURNEO BURNEO
Doctor en Jurisprudencia, exdiputado, exministro de Industrias y de Energía, en el ocaso de su vida, reflexiona sobre lo que pasa en el país.Cortesía

Vicente Burneo: “En la justicia, no se sabe quién está comprometido con el régimen anterior"

El expresidente del Tribunal de Garantías Constitucional (hoy Corte Constitucional) analiza la situación del país y advierte sobre los riesgos de escoger bien al próximo presidente.

Participó como funcionario y ministro en los últimos gobiernos de José María Velasco Ibarra y en el de Camilo Ponce Enríquez (1956 a 1960) y en comisiones de investigación contra la corrupción. En el ocaso de su vida, el expresidente del Tribunal de Garantías Constitucionales (hoy Corte Constitucional), Vicente Burneo Burneo, reflexiona sobre lo que ocurre en el país y dice que en las manos de los jóvenes está la decisión de salvar el país, o de hundirlo más.

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— ¿Por qué el país ha llegado a tanta descomposición moral?

— Desde que cambió el siglo no hemos podido tener una noción clara de cómo gobernar y todo se ha venido descomponiendo. Creíamos que tenía que venir un salvador, creímos que teníamos ese salvador y resultó al revés. Es difícil que los ecuatorianos nos pongamos de acuerdo de cómo gobernarnos porque, además, estamos divididos, precisamente por el estado en que se encuentra el país.

— ¿Cuando dice el ‘salvador’, a quién se refiere?

— Me refiero al economista Rafael Correa, que hizo mucha economía para sus partidarios, pero ninguna economía para el Ecuador.

— ¿Qué semilla hizo germinar la debacle económica y moral?

— La crisis bancaria. Eso no se ha resuelto porque quedaron muchísimas secuelas pendientes de arreglo. Muchos bancos, que quebraron, dejaron demasiada lastimada la economía de los ecuatorianos. Y desde allí no se ha levantado el Ecuador a pesar de tener esos años maravillosos de un altísimo precio del petróleo. Lo único que se hicieron fueron obras fastuosas sin ningún beneficio real para el país.

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— El expresidente Abdalá Bucaram, nuevamente investigado por sospechas de corrupción y delincuencia organizada, está lanzando lodo con ventilador contra los funcionarios del Gobierno. Y asegura que será candidato presidencial...

— Abdalá ha sido siempre así. No me llama la atención, en absoluto. Él se defiende como puede. Más enredo de su familia en casos de corrupción, especialmente en el manejo de los hospitales, no se puede dar. Se ha llegado a un extremo condenable.

— Hay poderosas redes de corrupción operando en el aparato estatal, que muestran a Ecuador como un Estado fallido. ¿Se puede acabar con ellas?

—La única forma es un nuevo gobierno. Afortunadamente estamos a diez meses de tenerlo. El actual presidente es fruto del anterior Gobierno y es bien difícil para él deshacerse de toda la gente que recibió, por más voluntad que tenga. Todo viene del mismo origen, de ahí que ha sido tan difícil desenmascararlos. Su problema es cómo se deshace de su origen. Por eso, el de Moreno es uno de los gobiernos más débiles que ha tenido el país.

— Hay muchos casos de corrupción abiertos en el país. ¿Cree que la Fiscalía se alcanzará para investigar todo?

— Los últimos acontecimientos provocan vergüenza de ser ecuatoriano. Duele saber que la pandemia resultó un pandemonio, en donde todo el mundo le metió la mano al dinero, en vez de curar. La fiscal Diana Salazar está sola. Lo que ha hecho hasta ahora está bien, pero le falta mucha gente y tiene una batalla contra reloj. Si bien la cabeza está bien, vaya a ver qué pasa en las provincias, donde los juicios no avanzan. La Fiscalía tiene que ser independiente, no puede seguir sometida al Consejo de la Judicatura y a la justicia en general. La Fiscalía debe ser la cabeza de su propio manejo.

— ¿Cree usted en las cortes?

— En este siglo ha habido dos metidas de mano en las cortes seguidas, una del coronel y otra del economista, que creyeron que ellos tenían que administrar la justicia. Y las secuelas están hasta hoy. No se puede saber quién es quién en la justicia y si está o no comprometido con el régimen anterior, de tal manera que no podemos tener confianza.

— ¿Cómo recomponer cortes que tienen servidores judiciales que no llegaron por sus méritos sino por ser cuota política del Gobierno de turno?

— Se ha hecho una ligera limpieza y hay que esperar que de allí venga la recomposición. Si volvemos a decir que tiene que venir un gobierno a cambiar la justicia, volverá a poner a sus partidarios. Hay una gran cantidad de jueces que están por nombrarse por concurso. Después de eso recién sabremos si se limpia un poco. Veamos si se lleva a efecto la casación del famoso juicio en donde está comprometida la élite del Gobierno anterior.

— Hay lentitud en la justicia.

— La justicia tiene eso, de que tarda pero llega. La verdad es que en algunos casos, sí se ha utilizado mañosamente el tiempo para demorar las sentencias. Pero de todos modos, algo marcha. En periodos anteriores sabíamos que no marchaba nada.

— ¿Cree que existe independencia judicial y de poderes en estos momentos?

—  Creo que este Gobierno no está metiendo tanto la mano como el gobierno anterior. Y el futuro depende de cómo se reorganice el Ecuador. Si no hay una sensata participación democrática y un presidente de consenso de los grupos políticos, creo que la debacle viene.

— ¿Qué presidente se necesita?

—  El país no necesita un buen político, necesita de un buen administrador porque tiene que remover todo; tiene que hacer una enorme reforma de todo. Hay una cantidad de ministerios inútiles. Francia tiene solo once ministros y nosotros llegamos a tener 50. No hay necesidad de tener 137 legisladores, que no pueden ponerse de acuerdo.

— ¿Qué falta en legislación?

— Una ley que permita la expropiación de todos los bienes de las personas corruptas. En eso no se ha avanzado y por eso se sigue bailando en el mismo sitio.

— ¿Qué puede decirle a los ecuatorianos que deben escoger al nuevo presidente en 2021?

— Tengo la esperanza de que los ecuatorianos piensen bien en su futuro. Hay que elegir a un presidente que sea capaz de administrar la pobreza porque no hay ninguna riqueza. Estamos como en el comienzo de la independencia, donde no había ninguna organización, donde todo tenía que improvisarse. La deuda es descomunal con el tamaño del país.

— ¿Qué le dice a los políticos que son mudos espectadores de lo que ocurre en el país o tienen rabo de paja?

— Que se despierten porque están dormidos. Creo que no están pensando en que tienen un país que necesita ser rescatado. Los que se unan salvarán al país; los que hagan más desunión lo hundirán. No es un momento fácil para nadie por eso tienen que recapacitar, especialmente los jóvenes que van a marcar el criterio de un lado o de otro.