La Universidad de Guayaquil
Si subsisten en Guayaquil instituciones públicas con carácter de emblemáticas, una de ellas, entre las más representativas, es la Universidad de Guayaquil.
En efecto, nuestra ‘alma mater’ genera, con apenas invocarla, una serie de resonancias que de pronto se adentran en la intimidad más profunda de nuestro ser. Son, tal cual describía el amor Aníbal Ponce.
Por eso los temas vinculados a la conducción de su destino se asumen con enorme pasión, no siempre en salvaguarda de la objetividad deseable. En ausencia de razones.
El hecho cierto es que la Universidad de Guayaquil ha venido sufriendo atropellos de todo tipo que atentan contra sus cometidos institucionales, uno de ellos: la calidad académica, a la fecha sujeto de múltiples cuestionamientos.
También y es honesto destacarlo, afectan a la querida institución una serie de dolencias administrativas, algunas de ellas desgraciadamente vinculadas a pequeños y grandes focos de distinto género de corrupciones.
Conste que no generalizo estableciendo que todo lo académico es de baja calidad y todo lo administrativo es corrupto. Jamás me atrevería a tamaña generalización pero, es lamentable, y necesario señalar aunque duela, que están haciendo falta ajustes, pues demorados en el tiempo pueden tener nefastas consecuencias.
Bien sé que las intervenciones lesionan principios básicos que hemos defendido siempre, mientras otros cacareaban consignas, tales como la autonomía. Sin embargo, una autonomía para asaltar los cargos de nombramiento por concurso lo desvirtúa todo y desdice de la condición de instituto de educación superior. Ahora, cuando esa intervención se ha dado, cabe aprovecharla para extirpar lo que haya que extirpar, para limpiar lo que haya que limpiar, para devolver a la universidad a sus antiguas y bien ganadas luces. Por supuesto, lograrlo no se consigue solo con buenos deseos. No hay avance sustantivo si se mantiene impagos a los jubilados, mientras hay que comprar cámaras de vigilancia para intentar frenar el delito.
Sin duda, un gran esfuerzo de toda la comunidad universitaria está haciendo falta. Hay que convocarlo.