Referéndum. Un voluntario entrega una papeleta de votación sin marcar a un elector en un centro de sufragio.

La UE no sera la misma, con o sin el Reino Unido

El ambiente en Bruselas, la capital de la Unión Europea (UE), ha sido surrealista durante semanas. Las actividades continuaban como de costumbre y sus responsables tenían vetada la palabra ‘brexit’, como si no existiera un referéndum en el Reino Unido.

Pero entre bambalinas, el tema está en todas las agendas. Sea cual fuere el resultado del referéndum británico, la UE deberá hacer cambios de una amplitud inédita para poder sobrevivir.

Lo que está en juego es mayúsculo. Si el Reino Unido se convierte en el primer país en divorciarse de la UE, el bloque comunitario se sumirá en una crisis ni siquiera comparable a las que ya atraviesa, como la migratoria, la económica y la provocada por la amenaza terrorista en alza.

E incluso si los británicos decidieran permanecer en el bloque, el statu quo no sería una opción viable. Los temas de la campaña del referéndum son similares a los que preocupan a buena parte de la población de un Viejo Continente que parece haber perdido la confianza en la utopía europea de la posguerra.

Al día siguiente del proceso de consulta, los dirigentes europeos, que los últimos meses lograron con dificultad hallar consensos para resolver las sucesivas crisis, deberán coordinarse para definir los próximos pasos.

Pero incluso si muchos consideran que se necesita un cambio, “en cuanto se miran los detalles prácticos enseguida aparecen dificultades”, observó Chris Bickerton, profesor de la Universidad de Cambridge.

“Es muy posible que las instituciones comunitarias tengan un reflejo del tipo ‘vuelta al trabajo, vuelta a la normalidad’”, estimó Vivien Pertusot, analista del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI), con base en Bruselas.

El presidente francés, François Hollande, prometió el miércoles que “pase lo que pase” en la consulta se tomarán iniciativas para hacer “evolucionar la construcción europea”.

Se habla de una iniciativa del tándem franco-alemán, que tanto podría incluir elementos de una Europa “a dos velocidades” como limitarse a la política exterior, puesto que no se ponen de acuerdo entre sí acerca de la zona euro.

“Franceses y alemanes anunciarán una iniciativa conjunta, pero se limitarán estrictamente a los temas de seguridad y de defensa. Tratar de ponerse de acuerdo rápidamente sobre la economía es muy difícil”, señaló un alto responsable de la zona euro que pidió el anonimato.

En caso de que el Reino Unido vote por quedarse, el primer ministro británico David Cameron ya adelantó que exigiría reformas sobre la libre circulación dentro de la UE, uno de los pilares de la construcción europea, además de lo ya negociado en el mes de febrero con sus 27 socios del bloque.

El temor de numerosas capitales europeas, sea cual fuere el resultado del referéndum, es que se multipliquen los llamamientos a organizar consultas sobre la UE.

En la extrema derecha francesa, Marine Le Pen ya dio a conocer su deseo de que se organice “en cada país” una votación popular sobre la pertenencia a la UE, al igual que los euroescépticos daneses, holandeses y suecos.

Un voto británico a favor de una salida de la Unión Europea tendría el efecto de un terremoto. No será el “golpe fatal” a la UE, explicó el profesor Bickerton, pero podría ser el preludio de un cambio fundamental hacia un bloque menos integrado.